Tipos de interés y psicología de los inversores 

Tipos de interés y psicología de los inversores 

20 octubre, 2016
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Actualizado: 20 octubre, 2016 12:45
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La evolución de la rentabilidad de las inversiones debería medirse en términos reales y no nominales. Es decir, de la rentabilidad nominal obtenida habría que descontarle la inflación del periodo para conocer realmente cuanto se ha incrementado o reducido el poder adquisitivo de la cantidad invertida. La realidad muestra que la mayoría de los ahorradores e inversores sólo piensan en rentabilidades nominales, ignorando la inflación.

A la inflación se la conoce como el “impuesto invisible”, ya que, sin dejarse notar, va mermando la capacidad adquisitiva de los salarios y de los patrimonios que no logran una rentabilidad por encima de la subida del índice de precios. Una inflación del 5% anual durante 10 años, supone una subida de precios acumulada del 62% y pérdida de poder adquisitivo del 40%. La incidencia de la inflación es tan relevante, que no debe ser ignorada, sobre todo en las inversiones de largo plazo.

La rentabilidad siempre se ha presentado a tipos nominales, nunca reales

Es una realidad que cualquier información histórica de rentabilidades de cualquier producto o tipo de inversión siempre se ha presentado en términos de rentabilidad “nominal”, nunca “real”. Esta práctica generalizada, incluso en estadísticas oficiales, ha dejado huella. De tal forma, que intentar que los inversores piensen en rentabilidades reales, descontada la inflación, y no en rentabilidades nominales, es una ardua tarea, psicológicamente difícil de aceptar por los ahorradores e inversores.

En el año 2007, los tipos de interés de las Letras del Tesoro eran del 4%. Así, un inversor conservador podía invertir el 80% del patrimonio “asegurado” al 4% y destinar el restante 20% a inversión en bolsa. Disponía de un margen de caída de la bolsa del 16% para no padecer pérdidas nominales en el conjunto de su inversión. Sin embargo, al ser la inflación de dicho año del 4,2%, si la rentabilidad nominal de dicho año hubiese sido del 0%, la rentabilidad real habría sido negativa en un 4,2%. Como los números de su extracto no reflejan la incidencia de la inflación, la pérdida real pasa desapercibida.

La pérdida real pasa desapercibida

Hoy en día, con los tipos de las Letras del Tesoro prácticamente en negativo no existe margen de seguridad para invertir un porcentaje del patrimonio en bolsa y conseguir tener rentabilidad nominal no negativa si se produce un descenso de las cotizaciones. Siguiendo con el ejemplo anterior, invirtiendo el 80% en Letras del Tesoro al 0% y el 20% en bolsa con una caída del 16%, la rentabilidad nominal sería -3,2%. De mantener la inflación a fin de año en los niveles negativos actuales (-0,3%), la rentabilidad real resultante sería del -2,9%.

Pese a la realidad numérica de los ejemplos anteriores, es misión imposible intentar convencer a un ahorrador/inversor de que una rentabilidad nominal negativa, del -2,9% es mejor resultado que una rentabilidad nominal nula, si la inflación fuese del 4,2%.

La psicología de los ahorradores e inversores existe y debe ser tenida muy en cuenta. Ignorarla sólo conduce a la frustración de los ahorradores e inversores. El nuevo escenario de tipos negativos supone un reto para la psicología inversora.

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