¿Acabará la eliminación de los billetes de 500 euros con el tráfico ilegal?

Los ‘bin laden‘ tienen los días contados. El papel morado por valor de 500 euros toca a su fin, atendiendo a los mensajes del Banco Central Europeo y del Consejo Europeo. La justificación que esgrimen es que son los más utilizados por narcotraficantes y defraudadores para evitar ser detectados. No obstante, la justificación esgrimida cae por su propio peso. La era de los maletines cargados de dinero no es el pago más habitual entre estos negocios ilícitos. Según los expertos, es necesario tener un gran aliado, una entidad financiera que se preste a ocultar transferencias y cuyo rastreo sea imposible para los investigadores.

Por otro lado, los billetes de 500 euros suponen un importante incentivo para quienes realizan estos pagos ilícitos, ya que llevan más cantidad en menos sitio. No obstante, la eliminación de este papel no es suficiente. Para muestra un botón, el mayor consumidor de drogas del mundo, EE UU, tiene al billete de 100 dólares como el mayor exponencial del dinero físico, y no por ello se ha acabado con el fraude ni con el narcotráfico ni otros delitos, como el tráfico de armas o la trata de personas.

Asimismo, si desaparecieran, los narcos podrían utilizar aún otros billetes, como los 1.000 francos suizos, cuyo valor en el mercado es de 1.006 dólares estadounidenses, doblando así a los 500 euros. Es el mayor valor para un solo billete de uso corriente en todas las economías avanzadas.

La actividad ilegal podría refugiarse en billetes de 200 euros o de 100 euros, que seguirían vigentes en el mercado. En Arabia Saudí existe otro billete, de 500, que al cambio se sitúa en los 133 dólares. En Rusia existe el billete de 5.000 rublos, unos 77 dólares al cambio, mientras que en Reino Unido es de 50 libras, unos 76 dólares. En México se fija el límite en los 1.000 pesos, unos 60 dólares, según los datos de Harvard Kennedy School.

De esta forma, la eliminación del billete de 500 podría responder al fin del dinero en efectivo, es decir, que toda transacción se realice mediante pagos online o bien a través de las tarjetas bancarias. Un mayor control sobre el dinero, pero que tampoco evitaría el fraude, al tiempo que elimina la libertad a los consumidores de poder elegir cómo abonar por bienes y servicios.