África no necesitaría cooperación si frenara la fuga ilegal de capitales

África no necesitaría cooperación si frenara la fuga ilegal de capitales

03 junio, 2016
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Actualizado: 03 junio, 2016 8:02
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Desirée García

Nairobi, 3 jun.- Marta Luttgrodt regenta un puesto de comida en Accra que le obliga a pagar 500 cedis (114 euros) en impuestos al mes, el 25 % de sus ingresos. A escasos metros, la multinacional que fabrica las cervezas que ella misma vende a sus clientes lleva dos años sin pagar un céntimo a las arcas de Ghana.

La cervecera que se levanta junto a su pequeño comercio de la capital ghanesa es la británica SABMiller, una de las empresas que está contribuyendo a la fuga de capitales en África, estimada en 50.000 millones de dólares al año, casi lo mismo que recibe en ayuda al desarrollo.

La cooperación internacional envía a África cada año cerca de 46.100 millones de dólares, cifra similar a la que pierde en flujos financieros ilícitos (FFI) o «dinero ganado, transferido o utilizado de forma ilegal», explica a Efe Crystal Simeoni, de Tax Justice Network (TJN).

Esta organización ha impulsado la primera iniciativa continental para exigir el fin de los mecanismos fiscales que permiten la fuga de capitales.

«Al hacer una suma muy simple, nos damos cuenta de que podemos financiar gran parte de nuestro desarrollo», explica a Efe la jefa del programa de arquitectura financiera de la TJN.

Detrás de la financiación ilícita que escapa del continente africano se encuentran sobre todo empresas extranjeras, y principalmente las que operan en el sector extractivo, según datos del Panel de Alto Nivel sobre los FFI.

Las multinacionales occidentales y asiáticas que explotan los ricos yacimientos de África, la última frontera en la carrera global por los recursos naturales, contribuyen en un 65% a esta fuga de capitales.

El resto de la financiación que se escabulle del continente sin cargas impositivas es generado por las redes de tráfico de drogas y personas (30 %) y por la corrupción que lastra a la mayoría de administraciones africanas (3 %), advierten desde el grupo de expertos.

La filtración de los llamados «papeles de Panamá» ha destapado el alcance global de la ingeniería fiscal, entendida como el arte de evadir impuestos o blanquear capitales, muy extendida también en África.

No en vano, SABMiller, el segundo grupo cervecero mundial, tiene más paraísos fiscales -65- que plantas y factorías en África, según un estudio de Christian Aid.

«La ingeniería contable permite trasladar los beneficios de compañías indias y africanas a paraísos fiscales», advierte la organización británica, sobre una práctica que está reduciendo en aproximadamente un quinto la recaudación de impuestos en África.

Kenia, Nigeria, Ghana, República Democrática del Congo, Zimbabue, Zambia o Angola, los países con más recursos del continente y los más codiciados por las multinacionales, son también los más afectados por la fuga ilegal de capitales.

«Los gobiernos africanos tienen la idea de que cuantos más incentivos fiscales den, más inversiones atraerán», lamenta Simeoni, quien asegura que tienen más peso variables como la seguridad o la red de infraestructuras.

La economista evitar aludir a la sangrante corrupción de los gobiernos africanos, que no suelen oponer resistencia a las artimañas fiscales de las multinacionales y se embolsan cada año de una cifra tres veces superior a la de los FFI: 148.000 millones de dólares, según el Banco Africano de Desarrollo (BAD).

«¿Por qué deberíamos pagar impuestos si los gobiernos africanos son tan corruptos? Es un argumento muy débil decir que no debería preocuparme por los FFI porque hay corrupción en África», defiende Simeoni.

Si se ataja la financiación ilícita, también se cortará el grifo a la corrupción, apostilla la responsable de prensa de la TJN, Michelle Mbuthia. «Es una relación simbiótica».

«Tenemos que trabajar más como continente para ser capaces de hablar con una sola voz», insiste Simeoni.

Y que esa voz cambie la narrativa de una «África cuya elite corrupta despilfarra el dinero por la de que también hay otra gente que está robando al continente africano», concluye. EFE

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