Brasil se aferra a los transgénicos pese a la baja de la producción mundial
Cleyton Vilarino
Sao Paulo, 14 abr.- Los cultivos transgénicos continúan aumentando en Brasil, que el año pasado se consolidó como el país donde más crecieron estas cosechas en un momento en el que el resto del mundo viene reduciendo la producción.
Según un informe del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones en Agrobiotecnología (ISAAA), Brasil tuvo 44,2 millones de hectáreas de cultivos transgénicos el pasado año, un aumento del 5 % en relación a 2014, cuando la producción mundial se redujo por primera vez un 1 %.
Pese a la crisis, «existe una preocupación» por parte de los productores brasileños de que «la agricultura continúe siendo realmente una fuerza motriz importante para la economía del país», señaló a Efe la directora ejecutiva del Consejo de Informaciones sobre Biotecnología (CIB), Adriana Brondani.
Por eso, aseguró, «hay un gran inversión en biotecnología», cuyo uso se concentra en cultivos de soja (94 %), maíz (84 %) y algodón (73 %).
A la luz de estos datos, Brasil se consolidó como el segundo país del mundo con un mayor uso de transgénicos, tan sólo por detrás de Estados Unidos, donde hay 70,9 millones de hectáreas plantadas, y bastante por encima de Argentina, que tiene 24,5 millones de hectáreas.
Los tres estados juntos suman, además, el 75 % de todos los cultivos transgénicos del mundo.
Los datos brasileños también superan holgadamente los de otros países en desarrollo, como la India, que ocupa el cuarto lugar con 11,6 millones de hectáreas, o China, en sexto lugar con 3,7 millones de hectáreas.
Pero los números récord no acaban ahí. La Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (CTNBio), responsable de la fiscalización del uso de la tecnología en el país, aprobó un total de 14 nuevas plantas transgénicas a lo largo de 2015, el año que más autorizaciones se emitieron.
Entre las nuevas especies, Brondani destacó el primer eucalipto transgénico del mundo, lo que, en su opinión, demuestra que Brasil está «mucho más abierto a los transgénicos» que otras naciones.
En este sentido, la directora del CIB recalcó que la reglamentación brasileña sobre estos cultivos, aprobada en 2005, es «completamente diferente a la de Europa», donde «hay una restricción tan absurda y distante de la realidad de los productores que no se consigue aprobar al ritmo de desarrollo de la tecnología».
Con todo, la entidad pronostica que la adopción de transgénicos en Brasil se estabilice en los próximos años, ya que los índices de adopción ya son «muy altos».
«Lo que observaremos es una tendencia de que el productor busque semillas más adaptadas a las regiones que cultiva, incluso por las novedades que pueden llegar al mercado», indicó Brondani.
Por su parte, el coordinador de la campaña de agricultura de Greenpeace, Rafael Cruz, puso en duda que la expansión de los transgénicos en Brasil se deba al «éxito» de los mismos, ya que están presentes sólo en el 3 % del área agrícola plantada del mundo.
«Lo que ocurrió en Brasil fue una superconcentración en el mercado de semillas. Las empresas compraron y aglutinaron simientes transgénicas», aseveró Cruz, quien agregó que el mercado brasileño está «oligopolizado».
El defensor de la naturaleza también criticó la falta de estudios en los últimos 20 años realizados por la CTNBio sobre el impacto de esta tecnología en la agricultura y en la salud humana y denunció el aumento de agrotóxicos en el país.
«Existe una comisión técnica nacional de bioseguridad que tiene la responsabilidad de analizar los impactos a largo plazo de las cosechas transgénicas en Brasil y todavía no hay datos oficiales», concluyó. EFE