China pide confianza

China pide confianza

23 enero, 2016
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Actualizado: 23 enero, 2016 0:00
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Adrià Calatayud

Pekín, 23 ene.- Tras confirmarse que la desaceleración económica que vive China no sólo continúa, sino que se agudiza, las autoridades del país piden confianza a la comunidad internacional para gestionar la coyuntura y pilotar un cambio de modelo.

La segunda economía mundial creció un 6,9 % en 2015, su tasa más baja en 25 años, y la constatación de que cada vez se ralentiza más ha vuelto a situar esta semana a la potencia emergente en el ojo del huracán.

Los mercados, los foros internacionales y los gobiernos de medio mundo siguen con atención lo que sucede en el gigante asiático, convertido en los últimos meses en un recurrente foco de incertidumbre.

Las dudas sobre China han provocado que el Fondo Monetario Internacional (FMI) rebaje sus previsiones globales, han centrado las conversaciones en el Foro Económico Mundial de Davos y, junto con los bajos precios del crudo, han teñido de rojo las bolsas.

El crecimiento de 2015 fue cuatro décimas inferior al de 2014 y, para encontrar un precedente con un ritmo de expansión más lento, hay que remontarse a 1990, un año de paréntesis en la historia del desarrollo chino de las últimas tres décadas por las sanciones internacionales tras la represión a las protestas de Tiananmen de 1989.

Pese a que estos datos parecen haber tomado por sorpresa a muchos, lo cierto es que habían sido ampliamente anticipados por Pekín, que se había fijado como meta crecer «alrededor del 7 %», y se enmarcan en una tendencia a la desaceleración que el país arrastra desde 2010.

Las autoridades chinas llevan años proclamando la necesidad de un cambio en su modelo productivo para dar un mayor peso en la economía al consumo privado, en detrimento de la inversión y las exportaciones en las que se basaba hasta ahora, y este cambio estructural implica un crecimiento más moderado.

Incluso con esta transición en marcha, releyendo en las estadísticas del producto interior bruto (PIB) del gigante asiático conocidas esta semana, el economista Julian Evans-Pritchard, de la firma internacional de análisis Capital Economics, destacó indicios optimistas.

Así, según este economista, en el último trimestre de 2015 tuvo lugar un repunte de la construcción y una estabilización de la industria, después de caer cinco trimestres, que se vieron compensados por la crisis que sufrieron los parqués chinos.

«La volatilidad en el mercado de valores, que ayudó a enmascarar una desaceleración más profunda en las cifras del PIB en la primera mitad del año pasado, están enmascarando ahora una recuperación en la actividad real», explicó Evans Pritchard.

Esta interpretación contrasta con el pesimismo que suele desprenderse de los comentarios sobre la situación de la segunda economía mundial, una divergencia que podría deberse, según apuntan algunos expertos, a fallos de comunicación.

«El hecho llamativo para nosotros sobre China es que, por primera vez que se recuerde, el país necesita aprender a hablar a los mercados», señaló el codirector de deuda de mercados emergentes de la gestora de fondos Schroders, James Barrineau, en una nota.

El analista de Schroders consideró que el Gobierno chino no ha desarrollado esta habilidad, aunque también vaticinó que no le queda otro remedio que hacerlo.

«Simplemente el tamaño del país dentro de la red económica mundial y su integración en los mercados globales hacen este requisito obligatorio», incidió Barrineau.

El progresivo debilitamiento de la potencia asiática ha ido acompañado de sobresaltos en las bolsas, que en todo caso acostumbran a ser muy volátiles y desconectadas de la economía real, y de una paulatina devaluación de su moneda, el yuan.

Tampoco ayudan las persistentes dudas sobre la fiabilidad de los indicadores macroeconómicos que publica China, unas críticas que la Oficina Nacional de Estadísticas del país trató de despachar este jueves recordando que siguen estándares internacionales y que son aceptadas por el FMI, el Banco Mundial o Naciones Unidas.

Los líderes chinos, sin embargo, tratan de defender a la mínima ocasión el vigor de la economía de su país, pero que crece a un ritmo menor -en lo que llaman eufemísticamente «nueva normalidad»- para buscar ese modelo de desarrollo más sostenible.

«China sigue siendo la mayor fuerza motora del crecimiento global», insistió este jueves el vicepresidente del país, Li Yuanchao, en el Foro de Davos, ante dignatarios, magnates, ejecutivos y académicos internacionales.

El primer ministro chino, Li Keqiang, aseguró esta semana en un comunicado que hay nuevas industrias y nuevas empresas que pueden hacer que el crecimiento económico sea fuerte, por lo que reclamó, en una palabra, «confianza». EFE

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