El cine panameño resurge de sus cenizas con un aluvión de estrenos en 2016

El cine panameño resurge de sus cenizas con un aluvión de estrenos en 2016

23 enero, 2016
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Actualizado: 23 enero, 2016 0:00
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María M. Mur

Panamá, 23 ene.- En apenas dos años, el cine panameño ha remontado el vuelo y este 2016 aspira a resurgir de sus cenizas con un récord de estrenos, entre los que destaca la película «Hands of stone», protagonizada por Robert De Niro y Édgar Ramírez.

«Hands of stone», que cuenta la vida del boxeador panameño Roberto Durán (toda una institución en el país), se presenta como el filme con más proyección internacional de los siete que está previsto que se estrenen en este año.

«Creemos que 2016 va a ser el año mas importante para el cine panameño», asevera en una entrevista con Efe el director general de Cinematografía del Ministerio de Comercio e Industrias de Panamá, Stephan Proaño, tras recordar que «hace cuatro años se hacía una película al año y a veces ni eso».

Además de «Hands of stone», que aún no tiene fecha de estreno ya que la distribuidora está buscando el momento «oportuno», se proyectarán los documentales «La ruta» y «La deriva» y los filmes «Sultán», «Salsipuedes», «Kimura» y «Salta», la mayoría durante el segundo semestre del año.

La clave de este resurgir cinematográfico es que los realizadores y los guionistas locales han empezado a conectar con el público y se ha entablado entre ellos una relación de cierto entendimiento que, a juzgar por las cifras, tiene visos de ser duradera.

En el 2015 las taquillas casi revientan y es que, según la Asociación de Distribuidores de Películas de Panamá, acudieron al cine un total de 5,7 millones de espectadores, una cifra récord e inusual para este minúsculo país de poca tradición cinéfila.

«Somos un país muy joven y culturalmente estamos empezando a nacer», sostiene en una conversación telefónica la directora del Festival Internacional de Cine de Panamá (IFF), Pituka Ortega, que también está al frente de uno de los títulos del año, «La ruta», en la que explora la odisea del transporte público panameño.

Las películas nacionales más taquilleras de los dos últimos años han relatado algunos de los acontecimientos más importantes de la breve historia de Panamá, que se independizó de Colombia en 1903.

Es el caso de «Invasión», de Abner Benaim, y de «Caja 25», de Mercedes Arias y Delfina Vidal. La primera, distinguida en el pasado Festival de Málaga (España), trata sobra la cruenta incursión estadounidense de 1989 que puso fin a la dictadura militar pero que dejó regueros de sangre por el país.

Y «Caja 25», que se alzó con el premio a la mejor dirección y al mejor documental en lengua extranjera en el pasado festival de Milán (Italia), es un homenaje a los obreros que construyeron el Canal de Panamá, ese cordón umbilical que conecta el Atlántico con el Pacífico y por el que pasa el 6 % del comercio mundial.

«Por lo general lo que les interesa a los panameños son las grandes producciones estadounidenses, pero poco a poco les está empezando a gustar la revisión de nuestra historia», explica el director general de Cinematografía.

«Es inevitable que todo país en algún momento va a entender la importancia de verse reflejado a sí mismo a través de la pantalla porque eso dignifica su existencia (…) Los panameños están empezando a creer que sus historias pueden contarse de manera digna», añade la realizadora.

El principal obstáculo que enfrentan los cineastas panameños es el que aqueja a cualquier emprendedor cultural que no tiene línea directa con los despachos hollywoodienses: la falta de financiación.

«Hay historias que contar pero no hay dinero para contarlas, es un problema compartido con el resto de países de América Latina», lamenta el funcionario panameño.

Por eso, para un país como Panamá y para una región como Centroamérica, olvidada en la mayoría de los mapas, un festival de cine como el IFF, que ya va por su quinta edición y este año se celebra del 7 al 13 de abril, representa una plataforma de exhibición prácticamente única.

Los cineastas panameños deben aprovechar la inercia porque, tal y como dice Proaño, «es el momento de pisar el acelerador». EFE

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