Coca-Cola y su compleja red para influir en la política sobre obesidad de China
La multinacional estadounidense Coca-Cola ha tejido en China una compleja red de relaciones institucionales, financieras y personales para influir en la política sobre obesidad del Gobierno de Pekín, según revela un estudio publicado por el British Medical Journal (BMJ).
La investigación sostiene que, en los últimos años, la compañía ha maniobrado «con inteligencia» para alcanzar una «posición de poder» en la sombra y evitar que cualquier medida de salud adoptada por el gigante asiático para luchar contra esta «creciente epidemia» de la obesidad no «mine sus intereses» económicos.
Así lo explica en un comunicado la autora del estudio, Susan Greenhalgh, profesora del Centro Fairbank de Investigación de Estudios Chinos de la Universidad de Harvard (EE.UU.), quien ha examinado la estrategia de Coca-Cola para hacer frente a la caída de las ventas de su icónico refresco en los países occidentales.
Aunque la experta reconoce que el impacto que tiene la política oficial de las autoridades chinas sobre obesidad no puede medirse de manera precisa, señala que está perfectamente alineada con el interés de la multinacional por vincular su bebida azucarada con la actividad física, en vez de promocionar restricciones dietéticas.
Según datos aportados por Greenhalgh, el 42,3 % de los adultos de China tenía sobrepeso o sufría obesidad en 2011, el 20,5 % más que en 1991, una «epidemia» cuya «magnitud y consecuencias seguirán probablemente empeorando» en este país, donde ese refresco tiene su tercer mercado más grande del mundo.
La investigadora llevó a cabo en 2013 docenas de entrevistas con expertos de Pekín para analizar la rápida propagación de este problema sanitario y el papel que juega el llamado Instituto Internacional de Ciencias de la Vida (ILSI, sus siglas en inglés), creado en 1978 por un directivo de Coca-Cola y que ahora también financian, entre otras, Nestlé, McDonalds o PepsiCo.
La sucursal de ILSI en este país, establecida en 1993, se encuentra en el mismo edificio que alberga el Centro Chino de Prevención y Control de Enfermedades, un organismo dependiente del Ministerio de Sanidad, recuerda Greenhalgh.
Su objetivo, señala, es «tender puentes» con el Gobierno, las instituciones académicas y la industria para ofrecer las últimas informaciones científicas e influir en las políticas sanitarias, nutricionales o de seguridad alimentaria.
Greenhalgh observó que entre 1999 y 2015 los trabajos de ILSI-China sobre la obesidad se centraron cada vez más en destacar la importancia de la actividad física para atajar la obesidad, frente a recomendaciones de entidades como la Organización Mundial de la Salud, que propone, por ejemplo, subir impuestos para las bebidas azucaradas o restricciones en la publicidad dirigida a menores.
«Al poner sus enormes recursos detrás de solo un aspecto de la ciencia y en ausencia de otros agentes con suficientes medios para proponer soluciones más equilibradas, que incluyan la regulación de la industria alimentaria, la compañía ha convertido China en un lugar seguro para Coca-Cola», arguye la experta. EFE