El desperdicio alimentario en España fue de 1.214 millones en 2023
ICAL
La jornada ‘El desperdicio alimentario’, organizada por la Confederación Estatal de Organizaciones de Consumidores (ConsumES) y celebrada hoy en la sede del Consejo Económico y Social (CES), sirvió para que la Junta de Castilla y León y el Gobierno de España coincidieran en impulsar la educación sobre el consumo responsable en las familias y, sobre todo, entre los niños y los jóvenes en los colegios y la concienciación de todos los sectores de la cadena alimentaria. No en vano, aseguraron que el desperdicio alimentario es un tema “crucial” tanto para el medio ambiente como para la economía y, en general, para la sociedad. Y es que el último informe del Ministerio de Agricultura, que data del año 2023, cifraba el desperdicio alimentario en España en 1.214 millones de kilos/litros-
La directora general de Comercio y Consumo de la Junta, María Pettit, subrayó que la administración autonómica lleva años con el impulso de la educación sobre el consumo responsable en los colegios. El objetivo, precisó, es enseñar a los más jóvenes el ciclo de la vida de los alimentos y la huella que genera “todo lo que hacemos” en el medio ambiente.
También apostó, según recogió la Agencia Ical, por la colaboración, que calificó de “importantísima” con los bancos de alimentos y las asociaciones para reducir los desechos. “Hay que debatir sobre la economía circula y el consumo responsable para reducir el desperdicio alimentario en una Comunidad con una fuerte base agroalimentaria”, señaló. No en vano, aseguró que el desperdicio ocurre en toda la cadena de producción como la agricultura, los restaurantes, los supermercados y los comercios y, por último, los hogares. “Me consta que nuestros establecimientos trabajan bien en esta materia desde hace años por responsabilidad pero todavía hay mucho que hacer”, aseveró.
Por su parte, el director general de Consumo del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 203, Daniel Arribas, apostó por garantizar la viabilidad de la producción pero también evitar la generación de residuos y desperdicios en el ámbito alimentario. Y es algo en lo que hará hincapié el anteproyecto de ley de consumo sostenible. Declaró que esto es algo especialmente importante en Castilla y león, con un potente sector primario que genera productos de calidad y cercanía, que no hay que desperdiciar. “La ciudadanía debe valorar la importancia del alimento por que hay determinadas capas de la sociedad que no pueden acceder a él en condiciones de equidad”, apuntó.
Incidió en que el desperdicio es un tema multifactorial, con diferentes eslabones de la cadena que acaba en el consumidor final. “Hay que adaptarse a las nuevas realidades para paliar los efectos indeseable para el conjunto de la economía y, por supuesto, para la salud de las personas”, sentenció.
Gestión de residuos
El presidente del CES, Enrique Cabero, también se refirió a la educación para el consumo para influir en los comportamientos personales y familiares. Dejó claro que no es lo mismo consumismo que consumo, al explicar que el consumo es un elemento clave para que las personas dispongan de los bienes que necesitan para su calidad de vida y que el propio sistema económico productivo funciona de manera eficaz mientras que el consumismo es una “patología del consumo”. No en vano, precisó que el desperdicio genera problemas de venta en las familias, en la cadena de producción y de distribución, además de medioambientales por la gestión de residuos. Es decir, sentenció que “lo que no se utiliza ni se consume genera efectos negativos”.
Cabero añadió que los 1.214 millones de kilos desperdiciados de alimentos en 2023 supusieron un 1,1 por ciento más que el año anterior aunque señaló que ha habido una tendencia a la reducción después de muchos ejercicios con un crecimiento “muy amplio”. “No es para estar satisfechos por que, pese a aumentar menos, debería reducirse más”, defendió.
Tras reconocer la mayor concienciación que existe en el sector de la distribución y la restauración, dijo que los datos son altos, además de tener sus consecuencias. “Todo lo que se desperdicia no solo no cumple la función para la que fueron producidos sino que, además, genera gastos adicionales por que esos residuos hay que gestionarlos”, declaró.
El presidente del CES también se refirió a la cadena productiva, que ha avanzado mucho en sus modelos de eficiencia pero instó a trabajar más en este sentido, que pasa por una mejor coordinación de lo que “se produce, lo que se necesita, lo que se vende, cómo se produce, cómo se necesita y cómo se vende”.
El vicepresidente de ConsumES, Prudencio Prieto, subrayó la importancia de reflexionar sobre la “ingente” cantidad de alimentos que se desperdician y tiran a la basura mientras 735 millones de personas pasan hambre. “Tal vez con esos desperdicios se podría acabar con el hambre en una gran parte del mundo”, manifestó. En este sentido, señaló que uno de los capítulos de la Agenda 2030 ya este tema.
“Empoderar” al consumidor
Por último, la secretaria de ConsumES, Ana Alzaga, se mostró partidaria de “empoderar” al consumidor y darle las herramientas precisas para que tengan las “opciones justas” para que haya un consumo responsable, sostenible y de cercanía. También citó la educación de la infancia sobre la importancia del alimento. Además, defendió la necesidad de evitar el desperdicio alimentario en todas las partes de la cadena de valor. Ofreció el dato de que si el desperdicio alimentario fuera un país, sería el tercero más grande del mundo, tras Estados Unidos y China.