El drama de los jóvenes: más de un año para conseguir su primer empleo
Alrededor de uno de cada cuatro jóvenes de los 216.200 que buscan su primer empleo tarda más de un año en conseguirlo, un colectivo que se enmarca en el más de medio millón de menores de 25 años en desempleo y cuya situación se origina no solo en la inexperiencia sino también en la falta de formación. La reforma laboral de la que presumen Yolanda Díaz, ministra de Trabajo ahora en funciones, y sus dos sindicatos afines y bien subvencionados, CCOO y UGT, ha sido incapaz de acabar con la lacra del paro en España que dobla la tasa europea tanto en desempleo general, como femenino o juvenil.
Son los últimos datos de la encuesta de población activa (EPA) del tercer trimestre publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que cifra en 333.400 las personas de cualquier edad que buscan un primer empleo.
La tasa de abandono escolar en España supera en mas de cuatro puntos la media europea
En esa búsqueda surgen dos problemas: la falta de experiencia y la baja formación, aunque en 2022 la tasa de abandono temprano de la educación en España se situó en el 13,9 %, muy lejos del 31,7 % de 2008 pero todavía superior a la tasa media de la UE (9,6 %), según el documento «Jóvenes y mercado de trabajo» del Ministerio de Trabajo y Economía Social.
Esa falta de formación tiene consecuencias. Los jóvenes con bajo nivel educativo presentan unas tasas de empleo bajas: para los de 16 a 24 años, se sitúa en el 17,3 %, frente al 25 % en el nivel medio de formación, mientras que en los jóvenes de hasta 29 años se sitúan en el 27,8 % y el 34,5 %, respectivamente.
Por el contrario, para los jóvenes con nivel de estudios alto, las tasas de empleo se mantienen en niveles muy superiores: el 57,8 % entre los jóvenes hasta 24 años, y el 73,4 %, hasta 29 años, de acuerdo con el informe del Ministerio de Trabajo.
El empleo rutinario y la falta de formación
La OCDE insiste en su informe «Estudio económico de España 2023» publicado recientemente en que las personas «con bajo nivel educativo corren un mayor riesgo de desempleo estructural» y trabajan «en empleos rutinarios» que podrían ser automatizados o en sectores estacionales, como el turismo, que genera una situación de temporalidad e inestabilidad financiera.
Ello situó en el 66 % el dato de jóvenes españoles que vivían en casa de sus padres en 2022. Una cifra que ha aumentado 16 puntos porcentuales en cinco años, según detalla la OCDE, que añade que un 50 % los jóvenes españoles se declara «satisfecho con su vida», pero ese nivel de satisfacción cae hasta el 30 % cuando se les pregunta «por su situación financiera actual».
Y es que el ingreso promedio de los jóvenes en España se redujo un 10 % en términos reales entre 2008 y 2022, ya que estar en una situación vulnerable «disminuye su poder de negociación y genera salarios y condiciones laborales deficientes».
El informe alerta, además, de las «amplias diferencias regionales» que existen en España en lo referente al paro juvenil, ya que en Cataluña y País Vasco se sitúa en el entorno del 20 %, mientras que en Andalucía y Extremadura supera el 35 %.
1,12 millones de ‘ni-nis‘, frente a los 954.300 ‘si-sis’
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en España había 1,12 millones de «ni-nis» (jóvenes de 16 a 29 años que ni trabajan ni estudian) en el tercer trimestre de 2023, 22.000 menos que en el mismo periodo de 2022, mientras que los «si-sis» (que trabajan y estudian) están muy por debajo, 954.300, 166.00 menos.
En porcentajes y con datos del segundo trimestre de 2023, el 75,7 % de los jóvenes de 16 a 24 años estudia y de ellos el 15,5 % también trabaja, mientras que si se amplía la edad hasta los 29 años, el 60 % está estudiando y de ellos el 24,5 % está además ocupado, según el Ministerio de Trabajo y Economía Social.
El informe de la OCDE presta una especial atención a la situación de aquellos que ni trabajan ni estudian, y sugiere que «un conocimiento granular» sobre este grupo puede ayudar a desarrollar «medidas más rápidas y específicas para apoyarlos».
En España es el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) el que se encarga de registrar a los jóvenes «ni-nis» en el Sistema Nacional de Garantía Juvenil y de prestar servicios de información, pero la OCDE considera que «podría aprovechar aún más su fuerte presencia regional».
El objetivo último debería ser el establecimiento de enlaces con organizaciones locales y llegar a las poblaciones jóvenes que se encuentran en la citada situación de una manera más sistemática y proactiva.