Navantia tiene que retrasar la botadura del submarino S-81 Isaac Peral
Navantia ha aplazado la botadura del submarino S-81 por la previsión de fuertes vientos para este viernes en Cartagena (Murcia), la fecha prevista para la operación, según ha informado la empresa.
La maniobra de puesta a flote, que dura varias horas, necesita buenas condiciones meteorológicas para evitar que el dique flotante se desestabilice.
Las pruebas del submarino se prolongarán hasta el primer trimestre de 2023, cuando está prevista su entrega a la Armada en el mes de febrero. El rey y su familia estuvieron presentes en la ceremonia de amadrinamiento y puesta a flote simbólica del buque el pasado 22 de abril en Cartagena.
El S-81 lleva 17 años para culminarlo, cuenta con 80 metros de eslora, 60 kilómetros de cables, 26 millones de horas de ingeniería y trabajo y 3.907 millones de euros de techo de gasto para los cuatro que Navantia está construyendo para la Armada.
Su dotación es de 40 hombres y 4 mujeres. La mayoría llevan ya un año aprendiendo en Cartagena con simuladores que pronto sustituirán por los mandos de verdad. El S-81 empezará ahora con las pruebas de puerto y luego las de mar, tras lo que se entregará a la Armada, que lo pondrá a prueba un año antes de entrar en servicio. Eso ocurrirá probablemente ya en 2024.
El arma submarina no propulsada con energía nuclear más avanzada del mundo
Se calcula que en 2026 los cuatro sumergibles encargados a Navantia de la serie S-80 (el S-81 Isaac Peral, el S-82 Narciso Monturiol, el S-83 Cosme García y el S-84 Mateo García de los Reyes) estarán operativos.
Solo nueves países -EE.UU., Francia, Reino Unido, Alemania, Suecia, Rusia, Japón, China y Corea del Sur- tienen actualmente la capacidad de diseñar y construir submarinos, un reducido grupo al que se sumará España de llegar el S-81 Isaac Peral a buen puerto.
En el caso de los S-80 (además del Isaac Peral Navantia realiza otros tres para la Armada), su construcción se tuvo que parar en seco en 2012, ocho años después de la puesta en marcha del proyecto, por un problema con los pesos, lo que obligó a replantear el diseño, alargando hasta los 80,8 metros de eslora, y más autonomía de desplazamiento. El techo de gasto se fijó en 2018 en 3.907 millones de euros.
Ello los convierte el arma submarina no propulsada con energía nuclear más avanzada del mundo, y susceptible de optar a contratos como el de la India, cuya Marina prevé comprar seis sumergibles.