El éxodo vacacional iraní arranca con milenaria fiesta del fuego

El éxodo vacacional iraní arranca con milenaria fiesta del fuego

15 marzo, 2016
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Actualizado: 15 marzo, 2016 0:00
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Álvaro Mellizo

Teherán, 15 mar.- Los festejos del «Charshanbe Surí», una milenaria fiesta del fuego que los iraníes celebran esta noche, también constituye el pistoletazo de salida del éxodo vacacional de los ciudadanos de la República Islámica, que durante dos semanas desertan de las ciudades y copan aeropuertos para salir del país.

Las hogueras, cohetes y petardos que constituyen el eje de esta fiesta de marcado carácter popular, que se celebra desde hace más de 1.700 años y cuyo fin es el de limpiar simbólicamente las cosas que fueron mal durante el año y dar energía para el nuevo año del calendario persa que arranca el 20 de marzo.

Los iraníes dejan tras de sí un rastro atípico de calles vacías, escuelas y negocios cerrados y oficinas públicas sin apenas funcionarios.

El período que arranca con el «Charshanbe Surí» cubre también la celebración del «Nouruz» (el año nuevo) y culmina el día de «Sizdah Bedar» (este año el 1 de abril), la temporada más alta del turismo en Irán y un período en el que es prácticamente imposible hacer nada en el país salvo viajar.

«Desde luego, las vacaciones de año nuevo son siempre buenas noticias para las agencias de viajes de todo el país», explicó a Efe Motaharé Moridi-Nasab, la directora de una agencia del norte de Teherán.

Según apuntó Moridi-Nasab, en este periodo de dos semanas se concentra más del 30 % de las ventas de todo el año, particularmente la de billetes al extranjero.

Ese afán por viajar fuera de Irán es palpable cuando uno se aproxima al aeropuerto Imám Jomeini de Teherán, ubicado a unos 35 kilómetros al sur de la capital y cuyos accesos y aparcamientos quedan colapsados en estas fechas.

«A partir del ‘Charshambe Surí’ olvídate. El año pasado tuvimos que aparcar en una gasolinera a unos dos kilómetros del aeropuerto y acercarnos en taxi», explicó a Efe un diplomático sudamericano con larga experiencia en el país y precavido sobre el éxodo iraní.

Si bien la salida masiva del país es común cada año, ese afán parece haber crecido esta temporada, en donde según confirmaron varias agencias de Teherán, los pedidos para ir al exterior «se han multiplicado», particularmente para Europa y África.

«Nosotros en esta fecha vendemos más viajes al extranjero, por interés de la gente y porque viajar dentro de Irán es más caro. Europa lleva dos años muy de moda, y países como Sri Lanka o Vietnam también. Estambul, que junto a la costa turca y Dubai son los lugares que más turismo iraní reciben, tienen menos reservas. La gente quiere experimentar nuevos lugares», confirmó Moridi-Nasab.

Con todo, el mayor problema que enfrentan los ciudadanos de la República Islámica para viajar por el mundo es la necesidad de pedir visados de entrada casi para cualquier lugar, un impedimento por el que la mayoría de los iraníes se siente ofendido y que esperan que se solucione pronto al calor del deshielo emprendido tras el histórico acuerdo nuclear entre el país y las potencias Occidentales.

Precisamente, la entrada en vigor de dicho acuerdo a principios de este año ha incrementado las perspectivas del turismo en Irán, tanto emisor como receptor, así como las de las compañías aéreas y los fabricantes de aviones, que se han mostrado ansiosos por cubrir la enorme demanda de vuelos y de aparatos que necesita el país.

Así, Irán y Airbus ya firmaron un convenio para la compra de 118 aviones por un valor superior a los 25.000 millones de dólares, en una medida orientada a renovar la envejecida flota aérea del país.

Los pocos iraníes que no salen de viaje en estas fecha tienen eso sí el privilegio de poder pasear sin el agobiante tráfico ni la contaminación que son moneda corriente en las ciudades, aunque con bien poco que hacer dado el letargo en el que se sumerge el país. EFE

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