España, uno de los países de la OCDE más castigado por la crisis económica

España, uno de los países de la OCDE más castigado por la crisis económica

10 junio, 2020
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Actualizado: 10 junio, 2020 12:18
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La economía española será una de las más castigadas de la OCDE por la crisis de la COVID-19, con una caída del producto interior bruto (PIB) del 11,1 % este año, que será del 14,4 % en caso de que hubiera una segunda ola de la enfermedad, la peor caída de todos los países miembros en ese escenario.


En su informe semestral de perspectivas publicado este miércoles, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es significativamente más pesimista que el Gobierno español y que la Comisión Europea, que en sus últimas proyecciones hace ya más de un mes esperaban un descenso del 9,2 y del 9,4 %, respectivamente.

Sus cifras sí se asemejan a las presentadas este lunes por el Banco de España, que espera un bajón del PIB del 11,6 %.

Y se parecen bastante a los hundimientos económicos que la misma OCDE augura para otros tres países europeos que han pasado por una situación epidémica equivalente, con medidas de confinamiento estrictas y durante un largo periodo de tiempo: Italia (-11,3 %), Francia (-11,4 %) y el Reino Unido (-11,5 %).

Además, el sector turístico, que acumula casi tres meses de parálisis total, tiene un peso relativo particularmente elevado tanto en España, como en Italia y Francia.

La OCDE se muestra más pesimista que el Banco de España sobre la capacidad de recuperación de la economía española en 2021, ya que frente al repunte del 9,1 % que anticipa este último, avanza un incremento del 7,5 % en el escenario más favorable, y del 5 % si la situación epidémica degenerara de nuevo en los próximos meses.

Todo eso tendrá un reflejo directo en el mercado de trabajo, ya que la tasa de paro en el mejor de los casos subirá del 14,1 % en 2019 al 19,2 % en 2020 antes de iniciar un leve descenso el año próximo (al 18,7 %).

Según su peor escenario, el paro se dispararía el 20,1 % este año, con un nuevo ascenso el siguiente (al 21,9 %).

También pesará en las cuentas públicas, con un déficit que se disparará hasta el 10,3 % del PIB este año en el escenario más favorable y que hará subir la deuda al 117,8 % del PIB; pero que podrían escalar al 12,5 % y al 129,5 %, respectivamente, en el caso de un nuevo brote epidémico.

Los autores del informe, que en noviembre -antes de que se desencadenara la crisis- todavía esperaban que la economía española pudiera progresar este año un 1,6 %, constatan ahora que solo en el primer trimestre el PIB ya bajó un 5,2 % y que durante el confinamiento la actividad se desplomó en torno al 30 % de su evolución normal.

Con la desescalada perciben ciertos signos de mejora en mayo en el empleo, en la actividad manufacturera y en los servicios, pero a un nivel bajo.

La recuperación tendrá que llegar por la vía del consumo y de la inversión que habían quedado aplazados, pero sobre eso planea una gran incertidumbre y las pobres perspectivas del turismo.

Advierten de que si hubiera un «segundo impacto» de la pandemia los efectos negativos serían más severos y persistentes por un alto número de quiebras y periodos de desempleo más largos.

La OCDE subraya que la acción pública que se ha puesto en marcha para hacer frente a la crisis tendrá que continuar y ajustarse para reducir el riesgo de que el choque tenga efectos permanentes sobre la actividad.

En el terreno del empleo, las políticas activas del mercado de trabajo, en particular de formación, habrán de sustituir gradualmente los ERTE para redirigir la mano de obra desde sectores que vayan a tener poca oferta de forma prolongada.

Habrá que continuar con las medidas de liquidez y de avales públicos a las empresas solventes para evitar quiebras, y el relanzamiento del turismo necesitará cooperación con el sector privado y con los diferentes niveles de la Administración.

La OCDE igualmente recomienda dirigir la inversión pública de forma temporal, en particular a proyectos verdes que contribuyan al arranque de la actividad y reduzcan la contaminación atmosférica, que en las grandes ciudades está por encima de la media europea.

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