José Andrés: «Hay que tener cuidado» con Trump y sus «cantos de sirena»

José Andrés: «Hay que tener cuidado» con Trump y sus «cantos de sirena»

01 mayo, 2016
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Actualizado: 01 mayo, 2016 0:00
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Pedro Alonso

Washington, 1 may.- Mientras sorbe un café en uno de sus restaurantes, el famoso chef español José Andrés, apodado el «rey de las tapas», habla con Efe de las elecciones en EEUU y da un aviso: «hay que tener cuidado» con Donald Trump y sus «cantos de sirena».

Conversador locuaz, el cocinero charla sobre el magnate, a quien ha desafiado en los tribunales, pero aliña a veces su discurso con digresiones anecdóticas, sin distraerse ante las suculentas tapas de ensaladilla rusa y gazpacho que se sirven en mesas aledañas.

«Yo empecé aquí, en esta esquinita», recuerda José Ramón Andrés Puerta, de 46 años y mundialmente conocido como José Andrés, sentado en un taburete y vestido con una cazadora de los Capitals, el equipo de hockey sobre hielo de Washington del que se declara un «fan».

Esa «esquinita» es el cruce de las calles E y 7, en el bullicioso centro de la capital estadounidense, donde se alza el restaurante «Jaleo», un templo del tapeo que José Andrés abrió en 1993 y que se convirtió en el epicentro de un imperio gastronómico formado hoy día por más de quince establecimientos en el país.

Acodado en una mesa de «Jaleo» a la que llega el murmullo alegre de la clientela, el cocinero, reconocido en 2012 por la revista Time como una de las «cien personas más influyentes del mundo», vuelve a Trump, el polémico multimillonario que lidera la carrera por la candidatura presidencial del Partido Republicano a la Casa Blanca.

«Hay que tener cuidado» con los «cantos de sirena» del magnate, que ha revolucionado la campaña presidencial con groserías e ideas xenófobas y ultranacionalistas, pues «los cantos de sirena han sido muy bonitos, pero nunca han sido buenos», insiste el restaurador.

«Hay que construir más puentes y menos muros», subraya al denunciar el plan de Trump -a quien alude como «ese señor»- para levantar un «gran muro» en la frontera de Estados Unidos con México a fin de taponar el flujo de inmigrantes indocumentados.

José Andrés acusa al empresario de generar «odio» y «exacerbar los ánimos» desde el pasado 16 de junio, cuando el magnate se postuló para las elecciones presidenciales de noviembre próximo con insultos a los inmigrantes mexicanos y la promesa del «gran muro».

Como «orgulloso inmigrante español» y ciudadano naturalizado estadounidense, el cocinero decidió entonces romper un acuerdo para gestionar un restaurante en el lujoso hotel que el multimillonario inaugurará este año en Washington, no muy lejos de la Casa Blanca.

Trump reclamó una indemnización de diez millones de dólares (8,7 millones de euros) al chef, quien contraatacó con una demanda de ocho millones de dólares (6,9 millones de euros) por los perjuicios que sus comentarios «antihispanos» ocasionaron a la apertura de un «restaurante español» en el hotel.

Sobre el litigio, José Andrés se muestra cauto y enigmático: «Va todo bien (…). El que menos habla, a veces, es el que más tiene que ofrecer. Yo prefiero seguir haciendo lo mío y los demás que hagan lo suyo. Y ya veremos al final».

El «rey de las tapas» conoce personalmente al multimillonario («Yo he hablado con él», asegura) y, preguntado si en las distancias cortas resulta tan fiero como lo pintan, responde que «no», que «nadie en la vida es tan malo».

Con un tono más distendido y tras saludar con un: «¡Hombre, qué pasa!» a varios empleados de «Jaleo» que pasan a su vera, el artífice del llamado «boom de la cocina española» en EEUU confiesa que lleva bien el peso de una fama que usa no sólo para sus intereses empresariales, sino para su intensa y apasionada labor benéfica.

«Puedes ir al Congreso (estadounidense) y tocar puertas y te escuchan», comenta el chef, invitado habitual en la Casa Blanca.

De hecho, acompañó al presidente de EEUU, Barack Obama, el pasado marzo en su histórico viaje a Cuba, en calidad de embajador culinario de Estados Unidos.

Aunque explora oportunidades de negocio en la isla, el restaurador se siente especialmente con «ganas» de crear allí una escuela de cocina similar a la que dirige en Haití a través de su organización no gubernamental World Central Kitchen (WCK), muy implicada en proyectos de ayuda al desarrollo en varios países.

«La cocina puede ayudar a cambiar el mundo», sentencia con un optimismo torrencial, convencido de que el noble oficio de los fogones debe contribuir a «evitar que haya hambre en el mundo». EFE

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