Luis Pineda, de Quijote a bandolero

Luis Pineda, de Quijote a bandolero

15 abril, 2016
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Actualizado: 15 abril, 2016 0:00
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Raimundo Díaz

Madrid, 15 abr.- «Querido Sancho, las sensaciones más gratas, la buena conciencia, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que estén», así rezaba el último tuit del presidente de Ausbanc, Luis Pineda, antes de su detención en la madrileña estación de Atocha.

Allí, agentes de la Unidad contra la Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) aguardaban su llegada, la de su mujer María Teresa Cuadrado y varios delegados, investigados por supuestas prácticas de extorsión a bancos, empresas e instituciones.

Nacido hace 54 años en Málaga en el seno de una familia numerosa adinerada, este «luchador incansable y soñador», como se autodefine, fundó en 1986 Ausbanc con el objetivo de «pelear junto a su inseparable toga contra los más grandes» para defender los intereses de los consumidores.

«Hoy es el día más hermoso de nuestra vida querido Sancho» proclamaba esta mañana este Quijote moderno cuya lucha contra los grandes molinos de viento le ha generado grandes antipatías en el sector bancario, como aseguraba a Efe tras conocer la detención del secretario de Manos Limpias y buen amigo, Miguel Bernad.

Con la serenidad del Caballero de la Orden de Santiago que es desde 2010 como atesora su firma, Pineda defendía una labor «altruista» con la que ha llevado a los tribunales a los principales bancos de España con uno de sus grandes logros, la eliminación de las cláusulas suelo.

También recordaba la personación de Manos Limpias, agrupación con la que se asoció tras el estallido de la crisis financiera, en el caso Blesa en un alarde de amor por su patria que, durante 30 años, le ha llevado a «buscar lo mejor para España».

El sentimiento ultraderechista lo ha acompañado durante toda su vida, no en vano su padre, Carlos Pineda, estuvo ligado al régimen franquista.

Luis formó parte del Frente de la Juventud y con tan sólo 17 años participó en el asalto a mano armada a la marquesa de San Eduardo por el que cumplió una condena de tres meses de arresto domiciliario.

Un periodo de asueto en el que se gestó el nuevo Pineda, «apasionado, sureño, estudioso, metódico, impulsivo e impetuoso» como se describe este doctor en Derecho por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid en su propia página web.

Según el Caballero andante, su idealismo casi utópico ha convertido a Ausbanc en «una de las organizaciones más prestigiosas» tanto a nivel nacional como internacional, con presencia en Europa, Norteamérica y Latinoamérica.

Empresario, coautor de diferentes libros y colaborador de la prensa económica, Pineda ha sido un habitual en tertulias radiofónicas en las que analizaba los abusos de las mismas entidades que ahora lo acusan de extorsión, una práctica propia de bandoleros y no del Quijote que aspiraba ser.

Varias denuncias de bancos españoles hicieron que, en 2014, el Ministerio de Sanidad expulsara a Ausbanc del Registro Estatal de Asociaciones de Consumidores y Usuarios por falta de independencia y transparencia.

En esta batalla, Pineda ha contado con su familia que le ha apoyado también en la consolidación de un entramado editorial que cuenta con diez cabeceras, entre ellas Alcuza, Dinero y Salud, CVB o la más conocida, Mercado de Dinero.

Un respaldo que ha encontrado fundamentalmente en su Dulcinea, María Teresa, madre de sus cuatro hijos y ahora también detenida, que además de socia de Ausbanc llegó a ser directora de Consumo de la Comunidad de Madrid con el Partido Popular.

Aunque en este clan no todos son recelos contra el universo de las finanzas, y es que, a pesar de su juventud, Luis Pineda hijo, licenciado en Empresariales, Derecho y Administración de Empresas por la Universidad Pontificia de Comillas, cuenta con una dilatada trayectoria en la filial del Banco Santander en el Reino Unido, a la que entró en febrero de 2011 como muestra su perfil de Linkedin.

«Perdona, estoy en un túnel» se disculpaba Pineda al teléfono esta mañana mientras viajaba en el AVE Sevilla-Madrid, una perfecta metáfora para definir la primera escala del largo proceso judicial que está por venir. EFE

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