Madrid tiene el «mundo en sus manos»
J.Felipe Alonso
Madrid, 20 ene.- Madrid tiene por unos días el «mundo en sus manos», gracias a la Feria de Turismo Internacional, Fitur, con la que se abre tradicionalmente el año turístico, y en la que se citan representantes de casi todos los países de los cinco continentes.
Es una semana de actos relacionados con el turismo, que tiene como colofón la Feria, que en esta edición se ha adelantado a sus fechas tradicionales de finales de enero.
Del 20 al 24 de enero, hay cinco días en los que se puede soñar y viajar, o viajar y soñar, y en los que cada visitante, sea profesional o público en general (para el que se abre esta feria el fin de semana), se encuentra inmerso en un lugar que vive con intensidad un mundo diverso y multicultural.
Porque Fitur es algo más que una feria en la que se distribuyen stand de diferentes países y empresas relacionadas con el turismo.
En más de 60.000 metros cuadrados, distribuidos en ocho pabellones del recinto ferial de Ifema de Madrid, se pueden conocer y comprender las actividades de ocio y cultura que tienen su origen en lugares próximos y lejanos.
No hay distancia, el mundo entero está en Fitur.
Allí un pabellón dedicado a América, con su cultura; aquí el exotismo africano o asiático. Basta cruzar la calle central para adentrarse en España, donde todas y cada una de las Comunidades tienen su representación.
Y qué decir del resto de Europa, que tiene un amplia representación pese a algunas ausencias notables que se mantienen de ediciones anteriores: Francia y Gran Bretaña prefieren acudir a las ferias de Londres y Berlín que se celebran en fechas posteriores a Fitur.
No se podría destacar ningún país expositor, aunque siempre los hay que sorprenden porque Fitur se reinventa edición tras edición, y en este 36 encuentro, las sorpresas están en cada rincón.
Se puede saber lo que es la vegetación selvática de Costa Rica; la haima de Mauritania; un baile ritual de Costa de Marfil. Probarse un kimono japonés, o asistir a una demostración cultural coreana. Dejarse seducir por Panamá o por las construcciones mayas de Guatemala.
Y entre esas sorpresas hay que destacar las que llevan a cabo las representaciones españolas.
Un grupo de caballeros templarios recorre espada en ristre los pabellones impares, donde un fraile habla del santanderino valle de Liébana, o un grupo de jóvenes ataviadas con trajes regionales anuncian las fiestas de la Magdalena de Castellón de la Plana.
Si el año pasado una de las mayores sorpresas fue el hotel más pequeño del mundo, en esta edición habría que recomendar el stand de Madrid, donde hay un espacio dedicado al Teatro Real en el que se pueden ver y escuchar varios instrumentos musicales sin la interacción de músicos.
Y de la gastronomía ¿qué?
Pues como siempre. Cada año ha ido aumentando la unión entre el viaje de ocio, la cultura y la gastronomía.
No se van a encontrar productos exóticos. Que nadie piense en comer insectos, peces extraños o similares. No. Todo es mucho más sencillo.
Unos tamales de Guatemala o Perú; un pisco de los Andes; unos dátiles tunecinos; pastelillos de pistacho y miel, dulces jordanos…vinos de Castilla y León, paella, sidra…
Estas son algunas de las «cosillas» de las que se pueden disfrutar en esta edición, a la que asisten 9.419 empresas de 165 países, y en la que se espera una participación de más de 225.000 personas entre profesionales y visitantes. EFE