Pekín resucita en plena crisis con Taipei su soñado tren bala China-Taiwán

Pekín resucita en plena crisis con Taipei su soñado tren bala China-Taiwán

09 marzo, 2016
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Actualizado: 09 marzo, 2016 0:00
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Antonio Broto y Francisco Luis Pérez

Pekín/Taipei, 9 mar.- Construir un tren de alta velocidad que una China con Taiwán, separadas por más de 100 kilómetros de mar y 67 años de enfrentamiento político, es un sueño que Pekín alberga desde hace casi dos décadas y que el régimen comunista ha decidido resucitar precisamente ahora, en plena crisis política con Taipei.

El costoso proyecto, que necesitaría un túnel submarino tres veces más largo que el que une a Francia con Gran Bretaña a través del Canal de la Mancha, ha sido incluido por primera vez en la lista de objetivos oficiales de China, concretamente en el XIII Plan Quinquenal (2016-2020) que esta semana se debate en Pekín.

El túnel, que con unos 126 kilómetros sería el más largo del mundo en una red ferroviaria, uniría Pingtan (China) y Hsinchu (Taiwán), las localidades entre las que la distancia marítima es menor, y a partir de ahí se conectaría con las redes de trenes bala que ambos territorios ya tienen en marcha.

La idea, que durante años se consideró técnicamente imposible, comenzó a ser estudiada por expertos de China a mediados de los 90, aunque entonces se consideraba unir los territorios más por carretera que por raíles.

Tras años de reuniones de expertos, finalmente está en el borrador del plan quinquenal que gobernará la política económica de China para un lustro y que será aprobado la próxima semana por el Legislativo chino, pues se considera que lo que hace 20 años parecía una quimera hoy ya es técnicamente realizable.

«No hay barreras técnicas para una línea a través del estrecho (de Formosa)», señaló esta semana Zhang Zhaomin, responsable del área de desarrollo de Pingtan. en un panel de discusión de la Asamblea Nacional Popular, donde se debate el XIII Plan Quinquenal.

No son los problemas tecnológicos, sin embargo, los que más ponen en entredicho el proyecto, sino los financieros, en un momento de ralentización de la economía china (se calcula que el túnel marino podría costar unos 80.000 millones de dólares) y las políticas, ahora que los independentistas van a regresar al Gobierno en Taiwán.

Es por ello que al otro lado del estrecho de Formosa, donde en mayo asume la presidencia el Partido Demócrata Progresista de Tsai Ing-wen, el proyecto ha sido recibido con recelo y escepticismo, con la idea de que no es más que una maniobra política para contrarrestar la llegada de un Gobierno a priori menos afín a China.

«El plan es totalmente unilateral y no ha sido mencionado a Taiwán por los canales establecidos», dijo el lunes el ministro de Transportes y Comunicaciones taiwanés, Chen Jian-yu.

«No es más que una idea unilateral y subjetiva de China continental, que ni siquiera se ha debatido entre las dos partes y menos aún consensuado», lamentó Chen.

Desde China, hasta el responsable de la principal asociación de promoción de las relaciones Chino-taiwanesas, Chen Deming, ha reconocido que existe un problema de «voluntad política» entre las dos partes y que por ello se necesita tiempo para que el proyecto madure, pese a que se encuentre ya sobre el papel.

El tren Pekín-Taipei no sólo sale a la luz en momentos de crisis política, sino también cuando China está completando las obras de su tramo Hefei-Fuzhou, que llegará precisamente a las costas surorientales más próximas a la «isla rebelde» taiwanesa.

Esto pondrá a la red de trenes bala chinos, la más grande del mundo con 19.000 kilómetros, más cerca que nunca de Taiwán, poniendo histórico fin a décadas en las que las autoridades chinas consideraron cuestión de Estado no construir trenes en esa zona.

En los primeros años de la República Popular, cuando los bombardeos a ambos lados del estrecho de Formosa aún eran frecuentes, China optó por no construir apenas líneas de ferrocarriles en esa zona de conflicto por temor a que el ejército taiwanés del Kuomintang convirtiera sus trenes en objetivo militar.

Los trenes, en la actualidad, se han convertido en un instrumento político de China para aumentar su influencia, y como prueba de ello están sus incontables proyectos de ferrocarriles de alta velocidad con países del sureste asiático, Asia Central y otras regiones donde alberga amplios intereses estratégicos.

El proyecto «es claramente un instrumento chino para forzar la unificación y absorber política y económicamente a Taiwán», opinó en declaraciones a Efe la directora del Instituto Asiático de la Universidad Tamkang (Taipei), Joyce Lin. EFE

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