En Tailandia se empeña oro para la «vuelta al cole»

En Tailandia se empeña oro para la «vuelta al cole»

21 mayo, 2016
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Actualizado: 21 mayo, 2016 0:00
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Leticia Pastor

Bangkok, 21 may.- Las casas de empeños en Tailandia encaran esta semana el regreso a las aulas, una de las épocas más prósperas del año para el negocio prestamista, en la que muchas familias sólo pueden afrontar los gastos escolares empeñando sus objetos de valor.

En la casa de empeños estatal del distrito capitalino de Bangkapi, un viejo reloj de pared marca las nueve en punto de la mañana mientras varias mujeres esperan cabizbajas e inquietas a que alguien las atienda.

Un hombre serio y uniformado pronuncia en alto el nombre de una de ellas, que se dirige con nerviosismo hacia el mostrador mientras se quita una cadena de oro del cuello y la coloca sobre la encimera.

En apenas un minuto obtiene de vuelta, por debajo de la enorme verja de metal que la separa de la dependienta y que está anclada al techo, un grueso fajo de billetes que le permitirá pagar libros de texto, uniformes y zapatos.

«Es la tercera vez que vengo a la casa de empeños. Estoy en el paro y necesito estos 10.000 bat (alrededor de 280 dólares o 250 euros) para los gastos escolares de mis dos hijos», asegura a Efe Maliwan, mientras guarda el dinero en uno de sus bolsillos.

Esta tailandesa de 39 años explica cómo los gastos totales de la vuelta al cole rondan «el 50 por ciento de los ingresos de la familia» y admite que se trata de una manera «sencilla y rápida» de obtener liquidez «sin grandes intereses».

Una conductora de moto taxi, que prefiere mantenerse en el anonimato, irrumpe de repente en la estancia con el mismo objetivo: obtener «dinero rápido» para pagar la matrícula de sus niños, que en un colegio público está en torno a los 2.500 bat por semestre (unos 70 dólares o 40 euros), aunque el precio varía de un centro a otro.

En el colegio público Triam Udom Suksa, por ejemplo, si el programa escogido por los padres es en inglés el precio se cuadruplica hasta los 19.500 bat (548 dólares o 485 euros), y en el caso de uno privado, como el Panchasap School, puede alcanzar hasta los 35.000 bat (983 dólares o 870 euros).

Pero en el pequeño habitáculo también hay sitio para otras historias alejadas de las aulas.

La joven Sayamol y su novio se han acercado a empeñar algunas joyas familiares para poder pagar parte de los 30.000 bat (alrededor de 849 dólares o 745 euros) que les costará organizar el funeral del padre de ella.

«Somos clientes habituales», reconoce la muchacha, que explica cómo ésta es la única forma posible de financiar unos fastos fúnebres que en el país suelen durar más de una semana, durante la cual el difunto descansa en un templo que lo dispone todo para que familiares y amigos acuden a velarle.

El director de la sucursal de Bankapi, Supachai Phupiupha, muestra a Efe con gesto solemne una caja con algunos de los objetos empeñados más valiosos: un reloj de pulsera de la marca Rolex, varias medallas de oro de estilo tailandés, un par de brazaletes de brillantes y varios anillos con piedras preciosas incrustadas.

«Normalmente entran unos 300 clientes al día, pero con la vuelta al cole llegamos a atender a unas 1.000 personas», comenta Supachai, quien apunta que los relojes, los anillos de diamantes y las joyas de oro son los objetos que más empeña la gente.

Otros clientes sentados en la calurosa sala de espera no desean desvelar su identidad ni los motivos que les han traído hasta este lugar, por miedo o vergüenza a ser reconocidos.

«Antaño (los clientes) se avergonzaban porque los objetos que empeñaban eran muy mediocres. Sin embargo hoy en día sólo aceptamos oro, diamantes o similares», afirma el responsable de la casa.

Por su parte, el director de la Oficina Gubernamental de Casas de Empeños en Tailandia, Mana Kleangthong, considera que «aunque el empeño está mucho más aceptado socialmente que hace unos años todavía hay gente que se siente avergonzada».

Según el oficial, el país cuenta con un alto nivel de deuda doméstica que el negocio prestamista estatal ayuda a paliar, gracias a intereses más bajos, alrededor de un 1,25 por ciento -frente al 2 por ciento que suelen cargar los bancos o el 3 por ciento de los establecimientos de compraventa de oro-.

Aunque los tailandeses «no tenemos disciplina en cuanto al dinero», reconoce Mana, la mayoría de la gente que empeña objetos de valor los recupera a lo largo de los cinco meses de que disponen para la devolución del dinero.

«Pues también tenemos un fuerte sentido de responsabilidad ante la deuda», asegura.

Las casas de empeño estatales -apenas una treintena de las 722 que hay en todo el país- movieron el pasado año 1.000 millones de bat (alrededor de 28 millones de dólares o 25 millones de euros) según Mana. EFE

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