¿Por qué no nos importa que Europa nos denuncie?

Resulta que esta semana, hasta de esperar, ese ente supranacional al que llamamos con el nombre de la capital de los mejillones y las patatas fritas ha decidido denunciar a España. Pero a nadie parece importarle.

Una pequeña nota a pie de página, alguien que comentará «bah, es por no haber traspuesto una directiva, no es para preocuparse». Y todos esos, gente de a pie, internautas varios, editores de informativos, todos, pasarán por encima de la noticia de puntillas.

Y harán mal. Uno nunca puede mirar hacia otro lado cuando juegan con su salud. Y es es lo que ha hecho el gobierno al ignorar las demandas de Bruselas. Por si a alguien le interesa, se trata de que el agua que bebemos esté libre de nitratos, unas sales que se transforman en nuestro organismo y causan distintos problemas de salud.

El problema, como siempre, es que si se toman cartas en el asunto se perjudica a un colectivo que no está precisamente para que le pongan más problemas de los que tenemos encima. Yo, desde luego, no quiero la ruina de nadie y menos la de un productor de alimentos, sector estratégico en mi opinión.

Pero antes de nada está la salud. Algo hay que hacer. No se puede mirar hacia otro lado. No nos pueden colar algo insano solo porque no se ve. Porque esa es la cuestión, no hagamos nada, no nos metamos en un jardín, total, los nitratos no se ven y nadie sabe que se los toma. En este asunto estoy con la Comisión Europea a muerte. ¿Alguno de ustedes se bebería el agua que sale de su grifo si fuera amarilla? ¿O se comería unas verduras regadas con aguas de algún otro color sospechoso? Pues no miremos hacia otro lado, reclamemos aguas sin residuos para nuestras casas y nuestros campos, que se note que nos importa la denuncia de Bruselas. A mí si me importa el agua que bebo.