Borrón y cuenta nueva

Borrón y cuenta nueva

Rafael Jiménez
05 junio, 2021
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Actualizado: 07 junio, 2021 1:33
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Se habla mucho de las criptodivisas, de qué son y para qué valen, de si la referencia será el bitcoin o de qué papel jugara ethereum o dogecoin, de su volatilidad y de lo vulnerables que son ante comentarios de personalidades verborreicas como la de Elon Musk.

Es un asunto complicado, difícil de entender para muchos, y no solo por su componente tecnológico. Lo es porque cambia el paradigma de lo que hemos entendido como moneda históricamente. Sin embargo, no podemos olvidar que, aunque ahora los cambios son mucho más veloces, novedades las ha habido siempre y hemos tenido que afrontarlas.

Y también la historia ha ido acelerando progresivamente. El trueque duró mucho, pero luego surgieron las primeras monedas y, aunque cambió el paradigma, nos adaptamos. Supimos también adaptarnos a distintos sistemas, como el feudal. Incluso antes de que llegáramos al mercantilismo y a las bases de la economía moderna de John Smith, tuvimos que afrontar la llegada de los billetes a la economía occidental en una fecha tan tardía como finales del siglo XVII… ¿a que parece que llevan aquí toda la vida?

Pero, más allá de nuestras percepciones y costumbres, el hecho es que nos hemos adaptado a todas esas novedades. A cualquiera, hoy en día, le parece lógico que una moneda estuviera hecha de un metal precioso, ya que le otorgamos un valor intrínseco. Sin embargo, hemos sido capaces de otorgar valor a unas piedras con un agujero en el centro, como en Micronesia, o de dárselo a una pequeña concha, el cauri, que hasta en su nombre científico, Monetaria moneta, deja bien a las claras cuál ha sido su función para el ser humano.

Visto así, ¿qué nos impide utilizar un archivo digital como moneda? Doctores tiene la Iglesia y aquí podría empezar una verdadera batalla de argumentos, a favor y en contra, hablaríamos de si tiene o no respaldo, de si es una burbuja, de su componente fiduciario, de su tendencia a lo especulativo, de si nos compensa que el dinero lo controle una empresa…

No soy adivino y, por tanto, no puedo saber cómo terminarán las criptomonedas, pero sí puedo hacerme preguntas. Y la que me ronda por la cabeza se aleja de todo ese torbellino que acabo de mencionar en torno a las criptodivisas y se centra justo en la reacción que están provocando en los bancos centrales. Muchos piensan que serán vanos sus esfuerzos para poner sobre la mesa una alternativa «oficial» a unas monedas que justo basan su éxito en su independencia, pero a mí me genera otra reflexión.

No sé su edad, pero quienes teníamos algo de conciencia allá por los años ochenta del pasado siglo recordamos cómo algunas personas de moral laxa y pocos recursos recurrían a las Letras pelota para financiarse. Y a mí, no sé porqué, este momento de crisis económica, deuda sin límites y relajación de normas me parece que viene a ser lo mismo que aquel Papel pelota, pero con Estados, empresas y Bancos centrales como protagonistas. Al final, si todos nos debemos a todos y, además, estamos en un cambio de paradigma en cuanto a las monedas, ¿sería una locura hacer tabula rasa y empezar de nuevo desde cero?

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