Occidente ha perdido, pero no lo sabe

Occidente ha perdido, pero no lo sabe

10 diciembre, 2021
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Actualizado: 12 diciembre, 2021 1:37
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La hegemonía del imperio occidental dura ya más de 500 años, desde que Europa, con el aporte de América, le ganara el pulso al Islam y condenara a Extremo Oriente a encerrarse en sí mismo antes de que decidiéramos abrirlos a cañonazos para el expolio.

Pero si una constante tienen los más grandes imperios de la Historia, es que todos, antes o después, han colapsado. Y los más poderosos lo han hecho en procesos largos, con vaivenes, sumidos en su propia decadencia, ajenos a una realidad que los atropella mientras siguen mirándose el ombligo.

Y a ese espectáculo es al que asistimos este fin de semana en Liverpool. Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Reino Unido, la vieja Europa colonial y sus hijos, con el añadido políticamente correcto de la colonizada, y controlada militarmente, Japón, vamos, en otras palabras, el G7.

Todo su afán es volver a una dialéctica de buenos y malos. Una guerra fría moderna en la que amenazan a Rusia para que no responda a las provocaciones que este mismo grupo promueve en Ucrania y en todo el Este de Europa, inundando los antiguos satélites soviéticos de bases de la Otan o amenazando con hacerlo. Generan la inestabilidad y acusan al contrario de ser el malo.

Y ya el colmo de la hipocresía es el otro gran asunto del encuentro. Están muy preocupados porque hay más de 40 naciones pobres o en vías de desarrollo que tienen deudas con China por más de un diez por ciento de su PIB. ¿Por qué les preocupa? ¿Acaso no es el mismo sistema con el que ese grupo lleva décadas sometiendo económicamente a esos países que intentan dejar de ser pobres?

¿Qué diferencia esas deudas con China del contubernio controlado por el eje Washington-Bruselas, que se reparte el poder en el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional? A esos dos organismos les deben dinero esos mismos países, unas deudas que manejan a su antojo los que ahora se quejan, forzando cambios de gobierno, derribando regímenes incómodos, sojuzgando a miles de millones de personas con la dictadura de su statu quo.

Y se empeñan en no abrir los ojos a la nueva realidad que lleva tiempo cerniéndose sobre todos nosotros. Vivimos hace décadas regidos por una cohorte de Augústulos que lejos de saberse hijos de Nepote y protagonistas de la caída de un imperio se creen parte de los Antoninos y no se dan cuenta de que el eje del planeta ya ha basculado, pasa ineludiblemente por el reino del centro y será un Kangxi del siglo XXI quien domine el futuro de la Humanidad.

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