El rostro humano tras los números

El rostro humano tras los números

Rafael Jiménez
30 enero, 2021
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Actualizado: 30 enero, 2021 0:44
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El PIB ha perdido algo más de 125.000 millones en 2020 frente al año anterior. Era de esperar teniendo en cuenta la pandemia, pero es una buena oportunidad para echar un vistazo a la evolución de la economía española en los últimos 40 años, grosso modo durante nuestra historia democrática.

Llama la atención que durante los ochenta consiguiéramos un crecimiento de nuestra economía del 125%. Y eso a pesar de la grave crisis económica y de paro que vivió el país durante esa época. Claro que la entrada del país en grandes organizaciones internacionales, especialmente en la UE, fue el empujón que necesitaba un país que venía con 40 años de retraso y que se benefició también de unos costes laborales más bajos y fue destino de deslocalizaciones industriales que generaron trabajo y riqueza.

Durante los noventa la cosa se estabilizó. Más allá de la crisis que marcó la primera mitad de la década, el hecho es que sólo conseguimos elevar nuestro PIB algo menos de un 50%. Hay que recordar que mediaron los sacrificios para cumplir con los requisitos de Maastricht y así traer a nuestras vidas aquel número, 166,386, que nos permitió entrar en la moneda única.

La primera década del siglo XXI el crecimiento fue mejor, casi un 70%, aunque se antoja poco si tenemos en cuenta que durante su primer lustro se produjo el gran boom del sector inmobiliario y el empleo facilitado por la decisión del BCE de mantener bajos los tipos de interés para ayudar a Francia y Alemania. Para España fueron días de vino y rosas, pero luego, no lo olvidemos, lo pagamos al sumar a la crisis financiera mundial, la nuestra propia inmobiliaria.

En la década que acabamos de dejar atrás las cosas han sido muy duras. La crisis previa pasó factura y costó mucho levantar la cabeza. Muchas empresas cerraron, los bancos tuvieron que iniciar un drástico proceso de consolidación que todavía no ha terminado y el mercado laboral tuvo que ser reformado, aunque sigue siendo, a día de hoy, una de nuestros puntos débiles. Pero, con todo y con eso, conseguimos que nuestra economía creciera algo más de un 16% en esos años.

Y así llegamos a ese aciago 2020 en el que miles de personas han perdido la vida y en el que nuestra realidad se ha visto tan alterada en todos los ámbitos, que la economía no podía ser inmune a sus efectos. Eran previsibles, pero no es posible evitar un cierto sobresalto al comprobar las dimensiones de la contracción que vivimos. Tras cuatro décadas de crecimiento, de ir hacia adelante, de ser capaces que nuestro país sea cada vez más grande, contra viento y marea, con algunos retrocesos, eso sí, 2020 nos trae una economía 125.000 millones más pequeña.

Eso sí, lo que no podemos perder de vista es que, más allá de los números, ese retroceso se traduce, inevitablemente, en personas sin trabajo, en familias enteras donde ningún miembro tiene un salario, en 800.000 personas empujadas a la pobreza. Por eso, cuando los políticos discuten sin fruto, cuando la polarización enfrenta a amigos o familias, cuando sale a relucir lo peor de nosotros, en ese momento haríamos bien en ver las personas que se esconden más allá de los números.

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