Entre el desdén y el hastío

Entre el desdén y el hastío

17 enero, 2020
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Actualizado: 17 enero, 2020 9:37
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Más allá del ruido que genera la presencia de tal o cual partido político en el Gobierno, más allá de advertencias apocalípticas, si se toma una u otra medida, una cosa es lo que la clase política y los medios nos empeñamos en elevar a primera plana y otra lo que de verdad le importa a la gente.

Existe una brecha clara entre esa “realidad” que leemos en los titulares y escuchamos a nuestros próceres cuando se enfrentan, incluso con formas que dan vergüenza, en el lugar donde se hacen las leyes, donde se va perfilando la realidad normativa que rige nuestra sociedad, y lo que de verdad le preocupa a la gran mayoría de esos más de 47 millones de personas que habitan en nuestro país.

Al final, cada uno de nosotros queremos dar satisfacción a nuestras necesidades básicas, poder pagar las facturas a fin de mes, dar la mejor formación posible a nuestros hijos, que la educación ya se la damos en casa, y, si sobra algo, permitirnos algún caprichito. El problema surge cuando, con los de un color o con los de otro, vemos, mes tras mes, a nuestro país en cabeza de las listas de paro europeas. Un dato que avergüenza a una economía que, si bien no está en sus cifras históricas más altas, sigue estando entre los mejores, holgadamente situada dentro de esa veintena de economías más potentes. Esas cifras contrastan todavía más cuando te llegan otras realidades, como la de EEUU, cuyo libro Beige de la FED lamenta que la falta de trabajadores empieza a lastrar a sus empresas. Igualito que aquí. O que según Eurostat haya en España cuatro millones de personas en pobreza energética, incapaces de mantener la temperatura adecuada en su hogar este invierno.

Y es en esa fractura entre el ruido vacuo de nuestros políticos y las necesidades reales de los españoles donde entiendes que haya gente que desconecte, que se baje del sistema. Cuando observas la distancia entre la Carrera de San Jerónimo, la Plaza de la Lealtad y el resto de calles de nuestros pueblos y ciudades, comprendes mejor que nunca que tres de cada diez españoles se hayan quedado en casa en las últimas elecciones, te identificas con ese dos por ciento, esas casi 500.000 personas que han decidido expresar su protesta contra un sistema ajeno a nuestras preocupaciones introduciendo en la urna un voto en blanco o un voto nulo.

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