Manolita von der Leyen

Manolita von der Leyen

19 noviembre, 2021
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Actualizado: 19 noviembre, 2021 20:47
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Es imposible pasear por el centro de Madrid, en torno a la Puerta del Sol y sus aledaños, sin tropezar, en un momento u otro, con la cola de Doña Manolita, esperando tener, cuanto antes compremos, la esperanza de no tener apreturas económicas durante el mayor tiempo posible.

Unos días en los que seremos felices pensando qué vamos a hacer con un dinero que nos ha llegado llovido del cielo, que no nos hemos ganado con nuestro esfuerzo pero que discutimos cómo gastar, ¿les suena? Al final, las loterías nos dan ánimo en una sociedad precaria y en la que es difícil que encontremos una vía para mejorar nuestra economía.

Son herramienta de esperanza, sí, pero también de autoengaño. Se convierten en el vendaje con el que escondemos una lesión que no cura. Es humano, somos vulnerables, nos rebelamos contra nuestro destino que consideramos injusto. Es el individuo frente a unas circunstancias socioeconómicas que no acompañan. Comprensible. Mucho menos, sin embargo, cuando esa actitud la toman los que llevan las riendas de un país. Y eso, mal que nos pese es lo que están haciendo nuestros gobernantes.

Con el cheque presto a demandas para garantizar que salgan adelante unos PGE sostenidos en un cuadro macro que solo se creen ellos, uno se pregunta cómo pueden mantener contra viento y marea, contra previsiones de dentro y de fuera, hasta de los organismos públicos independientes, sus cifras. Y entonces, cuando uno está a punto de darse por vencido en su intento de desentrañar el misterio de las cifras, una imagen acude a mi cabeza y hace que todo cuadre.

No puedo evitar imaginarme la mítica cola de Doña Manolita, esta vez en la Rue de la Loi en lugar de la calle del Carmen. Un desfile mendicante que seguro encabeza, porque conoce bien Berlaymont tras haber trabajado allí muchos años, la vicepresidenta Nadia Calviño. Y tras ella en procesión el resto del gobierno, esperando que nos toque la lotería de los millones europeos que todo lo han de solucionar. Acudiendo a comprarle los décimos a Manolita von der Leyen, rezando para que nos toque y mientras, contando que hay dinero para todo, para lo que necesitan los ciudadanos y para lo que quieran los que tienen que prestar sus votos a cambio de esos millones que, ni nos hemos ganado, ni tenemos.

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