RESILIENCIA

RESILIENCIA

13 marzo, 2020
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Actualizado: 13 marzo, 2020 9:50
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La historia del ser humano está salpicada de eventos como el que estamos viviendo. Y lo bueno es que nuestra especie ha sido siempre capaz de salir adelante. Lo hizo después de la peste que costó la vida a más de 50 millones de personas allá por el siglo XIV y lo hace en un momento histórico en el que otra pandemia, la del VIH, se ha cobrado más de 35 millones de vidas desde su irrupción en nuestro día a día. Somos supervivientes natos. 

Pero eso no evita que tengamos que reflexionar sobre la situación que estamos atravesando y cómo afrontarla. La OMS llevaba tiempo advirtiendo sobre los efectos de una pandemia, tanto en lo sanitario como en el funcionamiento de la sociedad. Hay muchas enfermedades que ya conocemos y podrían haber evolucionado como el Covid-19. La lista es larga, ébola, SARS, MERS, marburgo, fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, fiebre de Lassa, fiebre del Valle del Rift, chikungunya, zika, Nipah….o uno de los muchos que circulan por animales salvajes y todavía no conocemos. 

Y a eso se añade cómo está evolucionando la humanidad. En 2050 seremos cerca de 10.000 millones de seres humanos en una realidad en la que habrá muchos entornos complejos, con pobreza, con falta de infraestructuras de salud, con problemas de acceso al agua potable y con una desigualdad cada vez más marcada. Todo esta realidad no hace sino facilitar el trabajo de todas estas enfermedades que nos acechan y, lo que es peor, multiplican sus efectos sobre la organización y el funcionamiento de la sociedad. 

Y no parece que vayamos a poder cambiar el rumbo de esta realidad problemática. Al menos si seguimos empeñados en que nuestra sociedad siga teniendo, grabado en piedra, en su frontispicio, el crecimiento económico y los beneficios como leitmotiv. Esa obsesión tiene un coste y lo estamos viendo precisamente en estos momentos. La incertidumbre que produce esta pandemia está afectando a las Bolsas, pero no solo a ellas, la economía real, la productiva, también se está viendo alterada. Dentro de poco, cuando pase la pandemia, después de lamentar los fallecidos, nos fijaremos en otras víctimas, los parados del coronavirus. 

Parece que la única estratégica lógica, más allá de que resulta complicado poner remedio a un mal que todavía no existe, a un virus que está por llegar, que puede mutar, o a una bacteria que puede hacerse resistente a los medicamentos, es apostar por la inversión en Salud, por el desarrollo de infraestructuras y la extensión de esos estándares a toda la población mundial, por la prevención y por el desarrollo de planes como los que reclaman los expertos. Pero ese movimiento no llegará al menos que afrontemos un cambio en los valores que vertebran la sociedad, si no dotamos al sistema capitalista ultraliberal en el que vivimos de un rostro humano que tenga en cuenta la vulnerabilidad de todos y cada uno de nosotros por separado y de la especie en su conjunto. 

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