Sol, viento y fondos soberanos

Sol, viento y fondos soberanos

22 noviembre, 2019
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Actualizado: 22 noviembre, 2019 9:28
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El gobierno en funciones ha decidido establecer por decreto la rentabilidad que se aplicará a las renovables durante los próximos 12 años. Parece un plazo demasiado largo para un gobierno en funciones, pero era necesario. Si se hubiera mantenido el sistema actual, como está ligado a la rentabilidad de la deuda pública, los inversores perderían dinero y si hubiéramos seguido como hasta ahora sin aprobar nada, estaríamos funcionando en medio de un vacío legal.

Además, nuestro país está sufriendo un revés tras otro en los arbitrajes por la rebaja de las primas a las renovables que, concedidas sin mesura por Zapatero, fueron desmontadas, sin respeto a lo acordado, por Rajoy. Quizá esta medida se justifica en la pretensión de dar estabilidad y restar algo de fuerza a los argumentos legales de los inversores que nos están sangrando ante la Corte Internacional de Arbitraje.

No hay que olvidar tampoco los incentivos, necesarios, para este tipo de energías en zonas perjudicadas, en lo práctico, por la descarbonización. Hay lugares, como la turolense Andorra, donde el cierre de centrales térmicas acaba con el tejido industrial. De hecho, en este caso, una sola planta supone casi el diez por ciento del PIB de la provincia. ¿Cómo no tomar medidas para compensar este efecto negativo que un bien mayor, la descarbonización, va a producir?

Sin embargo, la cuestión de fondo, lo que me resulta difícil de entender, es cómo puede ser que este sector, claramente de futuro, haya padecido un sinnúmero de recortes retroactivos en la última década, que haya tenido que luchar con un obstáculo tras otro para su desarrollo en lugar de facilitar su crecimiento.

La apuesta por las renovables ha de ser real y decidida en un país sin combustibles fósiles que nos hagan ricos al estilo de Noruega, cuyo fondo soberano, por cierto, está reorientándose del crudo hacia lo renovable. No tenemos petróleo pero sí un territorio con unas características más que adecuadas para las energías solar y eólica. Esto nos podría situar en cabeza tanto de la producción energética propiamente dicha, como de la comercialización de todo lo necesario para que otros produzcan. Parece que el camino más lógico es el de apostar por reducir, de verdad, nuestra dependencia del oro negro y fomentar que haya compañías líderes en España, como Siemens Gamesa, con toda la cadena de valor en España. Nos lo agradecerán el planeta, la industria, nuestro bolsillo y la economía del país.

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