Brexit o la voluntad de una nación en Referéndum

Brexit o la voluntad de una nación en Referéndum

16 enero, 2017
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Actualizado: 16 enero, 2017 17:02
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Me ha impresionado el NO a la Unión Europea, pronunciado por la mayoría de los votantes el 23.6.16 en el Reino Unido. Durante mi estancia de 18 anos en Suiza pude observar cómo funciona el derecho al referéndum, anclado en la constitución helvética: si se entregan cien mil peticiones ciudadanas al Gobierno Federal en Berna, éste tiene la obligación de convocar la votación del asunto planteado, pagando del erario público todos los gastos. Recuerdo que hace más de veinte anos, el Gobierno Federal Suizo estaba decidido a solicitar la entrada en la Unión Europea, cosa que fue impedida precisamente por un referéndum, el cual se repitió después de muchos anos, con el mismo resultado denegatorio. Y hay que tener en cuenta Suiza es uno de los tres países más ricos del mundo, en términos per cápita.
¿No será que el referéndum es tan rechazado por la mayoría de los gobernantes, porque limita sus poderes y les obliga a fijarse más en qué es lo que quiere la ciudadanía, al votarse no a personas sino los asuntos mismos de gobierno? Es interesante constatar, que no lo tienen los países más importantes como USA y Alemania, aunque su realización es muy fácil mediante el internet. Es una pena que los gobiernos mantengan la distancia hacia sus representados, quienes les dan de comer mediante los altos impuestos. Escuchan poco a su gente con el prejuicio de que la ciudadanía realmente no sabe lo que quiere, o que es demasiado ignorante o indigna. Síntomas de esta actitud arrogante no faltan en ningún país, lastimosamente. Un ejemplo positivo, en este sentido, es quizás Helmut Schmidt y Ángela Merkel, en Alemania y el buen gobierno en Suiza.

Está por ver en los próximos meses a quién se acercará más el Reino Unido: es probable que surja una nueva constelación

La Unión Europea no tiene ahora más remedio que reconocer que muchas de sus iniciativas y gestionen no responden a la volutad de los europeos, sino más bien a intereses de grupo: la equiparación de los «matrimonios» de homosexuales al matrimonio tradicional, la educación sexual horrorosa en las escuelas, su actitud anticristiana, su crecimiento burocrático, su pretensión de igualar fiscalmente a todos sus países súbditos, su desastrosa política financiera, su pretensión de abolir el dinero físico, su actitud indecisa para reducir la corruppción, etc. Sería deseable que la Unión Europea vuelva a su función esencial, que es la de facilitar al máximo el comercio entre los países miembros. Hay que reconocer que en éste terreno se han logrado grandes objetivos que seguramente han aumentado el progreso económico. Lo mismo cabe decir de los acuerdos Schengen, que a efectos de movimiento de mercancías, personas y capitales se han cancelado las fronteras.
Ahora se teme que el Brexit desencadene un efecto dominó que apunta hacia una mayor autonomía regional, como por ejemplo Escocia. Está por ver en los próximos meses a quién se acercará más el Reino Unido: es probable que surja una nueva constelación, análoga a la UE, en torno al eje USA-GB, en donde Hispanoamérica probablemente se encuentre mejor acogida como hasta ahora en la UE, la que mediante aranceles proteccionistas no presta ayuda a los países emergentes o a los países pobres del Africa.
En cualquier caso, viendo lo que está pasando en el Reino Unido surge la impresión de que la jugada está saliendo más bien que mal, porque se han abiertos ámbitos de libertad y de menos controles de la EU, lo cual en primer lugar favorecerá a la Gran Bretana en el área de los negocios financieros internacionales.

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