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Adiós señor Trump

Adiós señor Trump

RODRIGO RATO
24 diciembre, 2020
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Actualizado: 24 diciembre, 2020 14:33
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Hay ya muchos motivos para suponer que Donald Trump, 45 Presidente de Estados Unidos, tendrá un lugar en la Historia, pese a ser en los últimos 100 años uno de los tres Presidentes que no han sido reelegidos, junto con Jimmy Carter y George Bush padre. La personalidad e incluso las maneras de Trump han roto varios moldes dentro y fuera de su país. No el menor su constante manipulación de los mercados financieros a través de twitter. Ha sido el menos apreciado por las opiniones públicas de los principales aliados de EEUU, sin embargo ha generado un sólido respaldo en el suyo propio que limitará la capacidad de maniobra de su sucesor, pese a los 5 millones de votos con que le ha ganado. Su famoso objetivo de “ America First” ha calado en una importante parte del electorado, poniendo límites al papel que el país puede jugar en el mundo. Algo que aliados y adversarios saben ya, lo que influye a sus propias políticas. En este sentido hay un antes y un después para EEUU en el mundo como consecuencia de Donald Trump. Variar esto este será uno de los grandes desafíos de su sucesor.

De todas sus decisiones en temas internos la más relevante es lo que no ha conseguido: deshacer la reforma sanitaria de su predecesor, la llamada Obama care, por la que los estadounidenses pasaron a dotarse de un sistema cuasi universal de salud, 70 años más tarde que el resto de los países occidentales. La renuncia republicana a repelerlo cuando tuvieron mayoría en ambas Cámaras ha sido la mayor victoria demócrata, una muestra del apoyo popular a una sociedad solidaria bien alejada del modelo republicano. Donald Trump demostró su cintura y su intuición políticas al renunciar sin ruido a deshacer el gran legado de su antecesor. No se debe minusvalorar este hecho cuando se analiza el mapa político norteamericano. Siguiendo en terreno doméstico, su considerable reforma fiscal en favor de las corporaciones y de las rentas altas parece que será modificada por su sucesor, Joe Biden, sobre todo si tiene mayoría en el Senado, lo que depende de las elecciones del próximo 25 de enero en Georgia. En todo caso estamos lejos de una reversión total de lo hecho por Trump. Otro efecto duradero.

La covid 19 le afecto como al resto de los líderes mundiales. No será desde luego el último en deberle su derrota. Esto no ha hecho más que empezar. EEUU ha sido en 2020 el país que mayor esfuerzo en gasto público ha hecho contra las consecuencias recesivas de la pandemia, con casi un 15% del su PIB en dos paquetes fiscales. Gracias a ello también será uno de los menos afectados en caída de renta y empleo. Parece significativo que los dos últimos Presidentes republicanos han sido los mayores impulsores del gasto público para relanzar la economía, en flagrante contradicción a su credo anti estatal. Sin abandonar el área económica hablemos de la moneda. Desde su llegada en 2017, Donald Trump dejo claro que el dólar fuerte era cosa del pasado, en contra de lo mantenido por sus tres antecesores durante 24 años. No es de extrañar que abandone el cargo coincidiendo con una depreciación que afecta sobre todo a Europa, ya que el reminbi chino se mueve en consonancia con la moneda norteamericana. Difícil situación para una deflacionaria zona euro que tiene pocos instrumentos adicionales para corregirla. Los europeos nos alegramos de la marcha de Trump, pero la realidad que deja es la que es. No olvidar que también en los gastos de defensa Biden estará próximo a Trump, y a Obama. Un día el cántaro se romperá de tanto ir a la fuente.

Desde un principio Trump dejo claro que le preocupaba el déficit exterior. Se va dejándolo peor, clara demostración de su error sobre la facilidad de ganar guerras comerciales. Como muchos le dijeron, America importa más que exporta porque consume mas que ahorra. Y eso ha ido a peor sin prácticamente ahorro neto sobre la renta disponible. Esa debilidad ya no tiene a un condescendiente socio comercial chino para comprar deuda norteamericana. Algo que al nuevo Presidente le absorberá tiempo y esfuerzo. China exporta más que hace 4 años a EEUU, pero ya no se enfrenta a una guerra comercial sino a un desafío tecnológico, geopolítico y financiero que Joe Biden ha hecho suyo. Aquí Donald Trump ha dejado huella también. Sin embargo en las relaciones con la otra potencia nuclear, Rusia, Trump se ha quedado solo en la búsqueda de un entendimiento. Putin le despide con un super ataque cibernético que hasta sus mas leales han denunciado, mientras el lo negaba. Tampoco la búsqueda de una detante con Corea del Norte ha sido posible. Para colmo Asia entera, sin la India pero con Australia y Nueva Zelanda, le despide firmando un macro acuerdo de libre comercio con China, EEUU excluido. China ha demostrado tener recursos de todo tipo para enfrentarse a Norteamérica. Otra huella pero esta inesperada e incómoda, como poco.

Sus últimos meses han estado marcados por un novedoso acuerdo entre israelíes y suníes, que sienta sólidas bases contra Irán, superando el tema palestino. Importante reivindicación de la confianza depositada en su yerno, Jarret Kushner. No parece que esto vaya a ser desmontado por su sucesor, incluso aunque recupere el tratado nuclear con Irán. Los europeos han quedado excluidos de este “gran juego” con Rusia firmemente en el tablero en posición contraria. Mas huellas.

Las divisiones internas en su país no eran una preocupación de Donald Trump, incluso mas bien un objetivo, que ha acabado por devorarle. Aquí hay un aviso para los populistas en otras democracias que también juegan con “ellos frente a nosotros”. La decepcionante blandura del centrismo ha resultado más acertada políticamente que sacar los genios malignos populistas de la botella. Las divisiones raciales norteamericanas se han demostrado letales para ser manipuladas desde el Despacho Oval. Otra huella, aunque esta quizás Donald Trump no esperaba dejarla.

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