La relevancia fiscal de los tratados y de las organizaciones internacionales (II)

La relevancia fiscal de los tratados y de las organizaciones internacionales (II)

27 septiembre, 2016
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Actualizado: 27 septiembre, 2016 21:08
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Es un fenómeno relativamente nuevo el que los Estados formen alianzas de todo tipo con los otros Estados. Las organizaciones más conocidas, en este sentido son la Unión Europea, la OCDE, la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y el Fondo Monetario Internacional.

En el plano fiscal, los cientos de Estados tienen tratados bilaterales unos con otros, que tienen como fin principal evitar que sus contribuyentes paguen doble impuesto por el beneficio obtenido en sus inversiones fuera de su propio país. Pero a estos tratados se han agregado, en los últimos anos, medidas y condiciones de intercambio automático de informaciones de relevancia fiscal, con el fin de atrapar al ciudadano que no hubiese declarado el dinero que tiene fuera del país, como si fuese siempre un crimen.

Las amnistías fiscales

La OCDE está exigiendo este intercambio sobre todo a los grandes centros financieros como Londres, Zúrich-Ginebra, la zona del Caribe, Luxemburgo, Singapur etc., sin pretexto de combatir el crimen organizado y el terrorismo. Pero ¿no será que el motivo principal es raspar los ingresos que generan los trillones de Euros que se mueven fuera del alcance del fisco? Así, mediante amnistías fiscales, hasta finales del 2013, algunos países europeos como España han conseguido cobrar impuestos adicionales por 307,84 millones, Alemania 551.50 millones y los demás países de la EU 203 millones de Euros.

Tales amnistías no hacen más que enseñar el garrote de la prisión al ciudadano que no declara los activos que tiene fuera de su país. A pesar de esta amenaza, hay países donde la mayoría de sus ciudadanos con dinero fuera no se han acogido a las amnistías, por diversas razones como la falta de confianza en el fisco, o el temor a quedar fichados como evasores y tener que sufrir ciertas consecuencias toda la vida.
Una vez, un periodista suizo había abierto cuentas bancarias en varios bancos alemanes, diciendo que así quería esconder su dinero ante el fisco suizo.

Gran sorpresa: los bancos alemanes les acogieron con los brazos abiertos, aclarándole que no es asunto del banco preocuparse por su situación fiscal. Además le aseguraron que el fisco alemán tampoco se interesa por tales casos. Sin embargo, esta actitud contrasta con la campaña del fisco alemán contra Suiza para que ésta le dé información sobre las cuentas de alemanes en bancos helvéticos.

La ley americana

Algo análogo pasa con USA, que es el adalid del «pressing» contra los demás países para que en sus bancos se aplique la ley americana, que obliga a los bancos y a los sujetos americanos a declarar todos sus activos fuera de los Estados Unidos. Esta presión es especialmente dramática sobre Suiza y algunos de sus bancos, que han tenido que ir pagando multas billonarias, que fueron exigidas una y otra vez, para la cancelación de procesos judiciales en USA. Pero también han tenido que sangrar grandes bancos americanos y algunos europeos, siempre debido al supuesto delito de cooperación a la evasión fiscal de sus clientes de USA.

La moral fiscal de doble fondo la vemos sobre todo en USA, donde los Estados de Wyoming, Nevada y sobre todo Delaware tienen leyes que amparan el secreto bancario y profesional hasta tal punto, que en estos tres Estados se han registrado hasta ahora unas 900.000 sociedades off-shore genuinamente americanas, que operan en todo el mundo primordialmente en el sector bancario y financiero. Al igual que una sociedad en las islas Caimán o en Panamá, no pagan impuestos en los USA sobre sus beneficios, si el titular no es una persona obligada a pagar sus impuestos en USA, si los Directores no son americanos y si los negocios se hacen fuera del territorio de los USA.

Pero lo que más flagrantemente se opone al puritanismo fiscal americano, es que en esos Estados a veces ni siquiera hace falta declarar al titular físico de una corporación. Basta declarar que no es americano o que es una sociedad off shore. Además, esos tres Estados americanos nunca darán información fiscal a Estado alguno.

Como se puede ver a propósito de Alemania y USA, hay una doble moral fiscal que los iniciados en el mundo financiero lo saben aprovechar en su favor. En realidad, en los USA hay dos regímenes legales autónomos: el federal y el estadual, y este último no puede ser cambiado sin más por el Gobierno Federal. Y en Delaware son legión los abogados y demás profesionales que viven muy bien manteniendo y dando servicios a esas 900.000 sociedades que bien pueden tener muchos trillones de USD de patrimonio, invertidos en USA y en todo el mundo, desde los bancos de esos tres estados, que hoy por hoy son el refugio más seguro para dineros que buscan discreción y buen servicio.

La persecusión fiscal del ciudadano

Las medidas drásticas de reducción de la evasión fiscal se están convirtiendo en una especie de «persecución de la bruja», tratándose al ciudadano, presuntamente evasor, como a un criminal de la peor especie. Lógicamente que entre los evasores ilegales hay criminales, como las ovejas negras que nunca faltan en cualquier área de la actividad humana. Pero el ciudadano que tiene unos ahorros para su familia, que se los ha ganado honradamente, tiene derecho al buen trato, equitativo, que supone entrar en su piel y comprender su situación. Pero como esta delicadeza no puede esperarse de los funcionarios públicos; la mayoría se siente tratada injustamente, sobre el trasfondo de la corrupción y del despilfarro del Estado.

El que alguno tenga más de medio millón de euros ya de por sí es algo sospechoso, según el juicio de muchos periodistas que se las dan de predicadores de un nuevo orden social. Que los medios de producción estén en manos no estatales es precisamente la quintaesencia de un sistema democrático de economía libre y abierta.

¿Es por tanto pensable una democracia sin la libertad de trabajo y de sacar el propio dinero fuera del propio país sin pedir permiso al Estado, o retenerlo en el extranjero, sin la libertad de tener proyectos empresariales? Ciertamente, los impuestos hay que pagarlos y obligan a todos por igual. Pero a la vez hay que tener en cuenta que el dinero que sale de un país ya ha pagado sus impuestos, en la mayoría de los casos, y sigue invertido en bien de la economía global, buscando precisamente un empleo lo más racional posible en bien de todos.

Un mundo entre Hayek y Keynes

Algún día la globalización cambiará la forma de pensar de los funcionarios fiscales, cuando se den cuenta, de que si el Estado combate en serio la corrupción y la devaluación de su moneda, promoviendo a la vez una política estable de impuestos razonables, el dinero que ha salido vuelve sólo, primero el de los propios ciudadanos y al mismo tiempo vendrá también el dinero de los inversores extranjeros. Ahí tenemos el ejemplo de Eslovaquia, de Suiza, Chequia etc. etc. Incluso podría mencionar aquí a Grecia, que tiene bien aprendida la lección de adónde lleva la corrupción y el despilfarro.

Realmente, desde el 2008, la crisis económica está dando lecciones a todos los países, de una u otra manera. Los países líderes del norte de Europa están digiriendo el problema del endeudamiento excesivo de los bancos y del Estado. Sobre este punto diré algo más adelante. En cualquier caso, nunca como hoy toda la economía mundial se parece a un laboratorio donde se hacen diversos experimentos, que lleva de tanto en tanto a explosiones, humaredas y estremecimientos.

Casi todo lo que se tenía como firme en las teorías y enseñanzas sobre el Estado y la Economía se está tambaleando, surgiendo así nuevos pensadores y nuevas soluciones. La dialéctica entre Hayek y Keynes todavía nos va a entretener un buen rato, mientras que la vida sigue su delicioso curso en un mundo bien abastecido, donde no faltan los pequeños lujos que todos se pueden permitir y que ayudan a esperar tiempos mejores, que quizás nunca llegarán.

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