El Déficit no se paga con PIB

El Déficit no se paga con PIB

24 noviembre, 2016
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Actualizado: 24 noviembre, 2016 20:50
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Uno de los principales datos monitorizado de forma permanente por las autoridades europeas y el FMI, es la ratio “Déficit sobre Producto Interior Bruto”. Ya en el Tratado de Maastricht dicha ratio era uno de los criterios de convergencia a cumplir, no pudiendo exceder del 3%. Así, el criterio de déficit no se marca como una cifra absoluta en euros, sino como proporción de una variable, el PIB, que poco tiene que ver con el déficit.
El compromiso de los países en la Zona Euro es rebajar la ratio “Déficit/PIB” hasta determinados niveles. En el caso de España, inicialmente se pretendía alcanzar el 3% en 2013, aunque la realidad ha obligado a dilatar en el tiempo dicho objetivo. Pese a los severos ajustes llevados a cabo en España, el incumplimiento en los objetivos de reducción del déficit medido como porcentaje del PIB ha sido una constante en los últimos cinco años.
La reducción de un cociente (Déficit/PIB) se puede conseguir de dos formas: reduciendo el numerador (déficit), o aumentando el denominador (PIB). A su vez, el déficit, entendido como exceso de gastos sobre los ingresos, se puede minorar mediante dos vías: recortando los gastos, o incrementando los ingresos, principalmente vía impuestos.

Los Presupuestos Generales del Estado para 2012 pretendían reducir el déficit del Estado Central en 1,6% del PIB, equivalentes a 17.800 millones de euros

Dependiendo de cómo se reduzca el déficit, su efecto sobre la evolución del PIB será mayor o menor. Determinadas medidas de recorte de gastos e incremento de los ingresos, vía impuestos, pueden suponer un enorme sacrificio para la sociedad en su conjunto sin lograr el objetivo de reducir suficientemente el cociente déficit/PIB por tener un impacto muy negativo en el crecimiento económico. A modo de ejemplo, los Presupuestos Generales del Estado para 2012 pretendían reducir el déficit del Estado Central en 1,6% del PIB, equivalentes a 17.800 millones de euros. No obstante, los ajustes planteados suponían 27.300 millones de euros, al tener en cuenta la caída de la economía provocada por el propio ajuste fiscal.
El recorte de gastos públicos centrado en la reducción drástica de la inversión pública, tiene un efecto tremendamente pernicioso sobre el crecimiento a corto y a largo. Por el contrario, la supresión de gastos públicos improductivos y la eliminación de duplicidades y puestos innecesarios tendrían un efecto negativo en el crecimiento en el muy corto plazo, por un menor consumo público, pero un efecto positivo al cabo de poco tiempo.
No es indiferente sobre qué partidas de gasto público recaen los recortes. Algunas promueven el crecimiento, como la inversión pública bien orientada, otras en absoluto. Es cierto que no todos los servicios prestados por el Estado deben ser medidos exclusivamente en términos de rentabilidad económica, al ser asistenciales (pensiones, prestaciones por desempleo, …). Al margen de éstos, el resto de gastos públicos se deberían priorizar en función de su aportación al crecimiento futuro de la economía.

¿Qué supone subir impuestos?

Subir impuestos supone detraer recursos de los particulares y empresas para dárselos al sector público. Como primera medida, provocan una reducción inmediata del consumo privado. La subida de impuestos tendría justificación si dichos recursos fueran destinados a gastos públicos que fomenten el crecimiento económico a largo plazo. De no ser así, la economía se encaminará a un círculo perverso. Si no hay crecimiento incluso los gastos públicos asistenciales (pensiones, prestaciones por desempleo) estarían en peligro.
Recordemos el desafortunado PLAN E, a través del cual el Estado se gastó 13.000 millones de euros en obras, en su mayoría absurdas (cambio de aceras, pistas de pádel, cambiar de ubicación la estatua de Colón en Madrid…), que en nada aumentaban la capacidad de incrementar el PIB de España de forma sostenible, pero que sí aumentó el déficit, la deuda y la carga de intereses asociada a ella.
Hasta ahora sólo se habla de cómo reducir el gasto público o cómo subir impuestos para incrementar los ingresos públicos y reducir el déficit. Va siendo hora de que cada una de las medidas que se tomen tenga en consideración el efecto sobre el denominador de la ratio DÉFICIT/PIB.
Sin crecimiento económico sostenible no se podrán pagar las deudas, pero como demostró el fracasado PLAN E, un mayor gasto público no necesariamente implica un mayor crecimiento duradero. Por el contrario, una subida de impuestos sí reduce el consumo privado, la inversión y el crecimiento.

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