Después de las elecciones alemanas

Después de las elecciones alemanas

13 julio, 2017
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Actualizado: 13 julio, 2017 23:20
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La agenda electoral europea de 2017, que tanto preocupaba, con razón, después del Brexit y la elección de Donald Trump el año antes, terminara con las elecciones alemanas del próximo septiembre.

Hasta ahora Holanda, Austria y Francia han dado positivas sorpresas a los mercados, al indicar que los electorados continentales están lejos de buscar una ruptura de la UE, antes al contrario el efecto antiBrexit parece haber dotado de una nueva determinación a los europeos para buscar en su unión el camino del futuro. Trump ha inducido a la UE ha hablar de una defensa colectiva, de la que el propio Reino Unido no quiere estar muy lejos.

Al menos eso parece la semana en que Alemania y Francia celebran un Consejo de Ministros conjunto en Paris, el día antes de la fiesta nacional francesa y con Donald Trump «in town», invitado de honor para el 14 de julio. Todo ello una muestra más de la talla de súper estrella política del presidente Macron. Pero serán las elecciones alemanas, su resultado, los que den el pistoletazo de salida para ver en que queda todo.

La Eurozona hace solo cinco años parecía desahuciada, todavía hoy hay voces (alemanas) que vuelven a hablar de la necesaria salida de Grecia del euro. La realidad desde luego ha cambiado a mejor, la crisis ha acabado salvo en Grecia aunque ahí ya se ha llegado al equilibrio presupuestario desde un 15% de déficit hace siete años.

Detrás de todo está que la zona euro dio la espalda a la política macroeconómica alemana a partir de 2014, suavizando la austeridad fiscal y lanzando un gran estimulo monetario, que ha hecho al BCE comprar la práctica totalidad de las emisiones alemanas, permitiendo a todos los países euro financiarse a precios reales negativos, a muy corto plazo también a precios nominales.

Bolsas, activos inmobiliarios, consumo privado, bonos públicos y privados, todo ha subido de precio, mientras la baja inflación compensaba el estancamiento de los salarios.

La Eurozona es un destino atractivo para el ahorro mundial, nadie cree ahora que el euro vaya a desaparecer gracias a la devaluación interna que muchas sociedades han aguantado.

Celebradas las elecciones alemanas, la nueva mayoría con Schulz o con Merkel (centro izquierda o centro derecha) estará preparada para impulsar los cambios que la UE necesita. Esperar a la configuración de una nueva mayoría en Alemania no es una cuestión solo de cortesía, es sobre todo un reconocimiento del liderazgo alemán ¿Por qué? Son desde luego el tamaño, la economía, la competitividad, los que dan esa condición de primus inter pares. Pero hay mas, el proceso de Unión Europea no empezó hace 50 años solo por Alemania; pero si con Alemania, Francia e Italia: Pasados los años, con 27 países dentro de la UE, 19 dentro del euro su liderazgo es totalmente indiscutido, además con una Alemania unida. La Francia de Sarkozy y Hollande no aguanto el ritmo, veremos con Macron.

La Italia de los últimos 20 años es el país que peor la ido en términos de crecimiento (sin contar Grecia) de toda la zona euro. Los demás países parecen aceptar el actual status quo, mientras UK se adentra en su propio laberinto del Brexit. Después de las elecciones alemanas ya no se tratara de salir de una crisis, sino de consolidar un nuevo crecimiento económico, responder al entorno geopolítico más complejo en décadas, con un debate inmigratorio que ha superado al planteamiento inicial de la sra Merkel.

Sin duda los planteamientos macroeconómicos alemanes se han quedado en minoría ante las iniciativas de Draghi, pero su marcha se producirá en 2019. Mucho, sino todo, apunta a que la presidencia del BCE esta en el punto de mira del Bundesbank, no pequeña cuestión para la zona periférica del euro mas prospera pero más endeudada. ¿Sera Francia quien protagonice la negociación, un alemán y un francés para el poder monetario y fiscal respectivamente? El primero está muy definido e incluso agrandado con la supervisión bancaria. El segundo está por ver.

Pero hay más. Desde su nacimiento la UE se ha apoyado en los gobiernos nacionales, El Consejo, en la burocracia europea, la Comisión, controlada por el Parlamento Europeo elegido por sufragio universal. La Comisión es la garante de los Tratados, quien garantiza que los países grandes y poderosos no imponen su interés. ¿La creación de un área económica europea, fusionando la presidencia del euro grupo con el comisario de asuntos económicos es lo que nos espera?

Alemania, al menos la CDU-CSU, quiere que el aumento de poder europeo se quede entre los gobiernos nacionales, el Consejo; en este caso el ESM (por sus siglas en ingles) de reciente creación dirigido por el alemán Klaus Regling. Este Mecanismo de Estabilidad Europeo se apunta que tendría poderes para inyectar, prestados o no, fondos que habría conseguido de los mercados al emitir su propia deuda respaldada por los gobiernos. Se habla de un Fondo Monetario Europeo que gestionaría programas de ayuda a los países euro que lo necesitaran. La Comisión estaría sino al margen desde luego no el timón de las decisiones.

La distante burocracia europea, lejana para el ciudadano europeo, se alejaría todavía más. Los gobiernos nacionales, todos próximos a los votantes, tomarían definitivamente las riendas macroeconómicas con troikas que se entenderían con los países que lo necesiten. No exactamente mas Europa, ni un estructura fiscal europea. Impuestos y gastos seguirán siendo nacionales, mientras la moneda es común. El país que necesite ayuda se le aplicara un programa no una política europea. El modelo se repetirá en defensa, donde la existencia de la Otan es ya un precedente de una colaboración entre Estados. No sabemos qué piensan los franceses, los italianos, los españoles, etc.

Pero si lo que quiere el actual partido mayoritario en Alemania, desde luego su banco central y su ministerio de economía, quienes nunca hubieran sido capaces de superar la crisis del euro sin los cambios llevados a cabo por el BCE, que empezaran a ser removidos dentro de poco. La crisis del euro demostró que una moneda única necesita un único prestatario de última instancia, que garantice que la deuda soberana siempre tiene un comprador en su propia moneda, su banco central. Esta vez, como la FED lo estaba haciendo con éxito desde hacía seis años, el consejo del BCE abandono las tesis en 2015 alemanas apoyando la compra de bonos soberanos de los países euro.

Pero nada ha cambiado institucionalmente, no olvidemos que ese mismo BCE con Trichet subió los tipos dos veces en 2011 por miedo a la inflación, generando la segunda recesión del euro. Un Ministerio Económico Europeo con poderes reales en materia fiscal, ingresos y gastos, sería un cambio institucional. No es eso lo que la previsible nueva mayoría electoral alemana parece tener entre miras. ¿Solo dependemos de Macron?

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