Dureza del mercado inmobiliario en Suiza

Dureza del mercado inmobiliario en Suiza

31 mayo, 2017
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Actualizado: 31 mayo, 2017 20:52
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Suiza, con su merecida fama de ser un país muy rico, próspero y ordenado, manifiesta sin embargo un problema increible: matrimonios jóvenes lo tienen muy difícil para comprarse un piso. Por ejemplo, con un ingreso de ambos de 110.000 Euros anuales pueden permitirse comprar como promedio un piso de 100 m2. Pero en el ano 2000 se podían comprar un piso de 161 m2, si bien entonces el ingreso era menor. Y en la región de Zuerich, las cotas estadísticas correspondientes son de sólo 133 m2 y 75 m2.

Esto explica que la edad de los propietario vaya subiendo de ano en ano y que la mayoría de los pisos en Suiza sean alquilados, también por razones fiscales, porque el fisco exige que en la declaración fiscal anual se ponga el alquiler que el propietario hubiese podido recibir si hubiese tenido su piso alquilado. Es una exigencia muy poco social que favorece a los grandes grupos inmobiliarios propietarios del 80% de los inmuebles alquilados. En cambio, el alquiler sí puede ser deducido en la declaración fiscal.

La dureza de acceder a una propiedad inmobiliaria

Para la compra de un inmueble para vivienda hay que tener preparados el 33% de su costo como recursos propios, como condición previa para que el banco conceda el préstamo hipotecario por los 67% restantes

En general, esta dureza de acceder a la propiedad inmobiliaria, que castiga mayoritariamente a los matrimonios jóvenes, también existe con sus más y sus menos en los demás países europeos y en América. Por tanto, este es uno de los tantos puntos donde el Estado ha intervenido poco, pero no así en otros sectores menos importantes. Tiene que desarrollarse una legislación que ampare más a la familia, también como una de las condiciones que favorecerían una mayor natalidad. Aquí no cabe al excusa del respeto de los mecanismos automáticos del mercado, porque en muchísimos otros sectores el intervencionismo del Estado es arrollador e invasivo, como es el caso de la política financiera y monetaria, que ahora pasa factura con una inflación que castiga brutalmente a los asalariados y pensionistas.

Lastimosamente, el Estado presta su primera atención a las formas de cómo poder cobrar siempŕe más y más impuestos, o a programas ecológicos exigidos por los grupos de presión internacional, o al pago de intereses por unas deudas astronómicas, contraidas para salvar bancos y para cubrir las salidas ocasionadas por la tan lamentable corrupción de no pocos funcionarios públicos.

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