El sucumbimiento del orden mundial liberal

El sucumbimiento del orden mundial liberal

25 abril, 2018
|
Actualizado: 25 abril, 2018 11:54
|
PUBLICIDAD

La hegemonía política parece ser una ley de la historia, en virtud de la cual una potencia, tal como Roma, ha sido el poder político líder más de ochocientos anos en todo el ámbito geográfico del Mediterráneo. Antes la hegemonía pertenecía a los griegos, a los persas a los egipcios etc. Otras tantas hegemonías hubo en el Asia, de las cuales la más antiguas son la China y luego el Japón. También en la América precolombina se observan estas subidas y bajadas de reinos, civilizaciones y culturas: es lo que en términos técnicos se denomina el ‘Rise and Fall of Civilizations , que es el título de un libro escrito por N. Hagger, que tuvo en su momento una gran difusión. El Sacro Imperio Romano Germánico, que sentó las bases de lo que es ahora Europa, impuso su autoridad durante casi mil anos.

Después de la segunda guerra mundial, USA instauró su hegemonía en todo el mundo, cosa que antes no había sido posible porque no se tenían todavía los medios técnicos para marcar la propia presencia, como las armas, los barcos y los aviones. Antes, la hegemonía mundial británica ha sido muy importante para la conformación de los países que hoy son miembros de la Commonwealth, pero su protagonismo fue ido pasando a los USA desde 1945.

La hegemonía americana estaba inspirada por la corriente racionalistas, la religioso-puritana y la liberal, basada en el Estado de Derecho, los derechos humanos recogidos en su propia Constitución y en el respeto de la integridad territorial y soberanía de todas las naciones. Muy unido a estos principios siempre ha estado el sistema de gobierno democrático, tal como se concibe en los USA. Para este fin, bajo la iniciativa de este país se crearon las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio. Y todo esto estaba amparado por el poderío militar norteamericano, en base a una red de alianzas los países europeos y asiáticos más relevantes. Este orden mundial, que ahora se está erosionando, se apoyaba tanto en principios político-doctrinales como en la fuerza militar.

La ambición hegemónica de Rusia ha renacido con fuerza con Putin, que busca poner al día el ancestral afán hegemónico de los Zares, que siempre se han considerado –en base al propio sistema teocrático de gobierno – como los destinados por la providencia divina a reinar sobre aquel imperio de Oriente que apareció después del cisma de Occidente, hace mil anos. La movida político-militar rusa en Ucrania y en otros puntos confirma esta tendencia, más peligrosa de lo que parece para la tranquilidad en Europa, porque Rusia sigue viendo a los ex países del Pacto de Varsovia como su área geográfica de influencia, análogamente a como USA mira a los países del caribe, y, algo menos, a toda Latinoamérica.

Hoy, a los casi treinta anos de hundimiento del comunismo en la Unión Soviética, que en todo tiempo intentó imponer su propia hegemonía en el mundo, el orden mundial de cuño americano se está poniendo en tela de juicio, sobre todo porque los Estados Unidos del Presidente Trump ve las cosas de otra manera y también porque ha cambiado la forma de pensar. El globalismo está perdiendo terreno ante reivindicaciones políticas que buscan potenciar la propia personalidad cultural de las naciones, que asumen bien la forma de movimientos populistas o se manifiestan como tendencias opuestas a las élites. Todo esto contribuye a que el mundo actual es un conglomerado de orden más bien regional. El Brexit es en este sentido un gran paradigma.

Al mismo tiempo está resurgiendo la guerra fría, pero no ya bipolar, como antes, entre Rusia y USA, sino multipolar, entre USA, China y Rusia. Y en esta partida de Póker político, Europa está buscando su sitio, bien consciente que su población y su riqueza económica exige un poder militar coordinado mucho más importante y fuerte, para poder situarse como la cuarta potencial mundial. Las crisis del Oriente medio actúan en este juego de poderes como un revulsivo provocador, que reparte continuamente las barajas del

poder político con constelaciones de circunstancias que van variando con rapidez inesperada. A la vez, el ´enfant terrible´ de Corea del Norte agrega a esta danza una nota de stress continuo, ya que en el trasfondo está siempre el peligro de la guerra atómica, que equivale a una guerra sin ganadores, a una guerra de exterminio total recíproco.

Hacia una nueva concepción del ´Rise and Fall of Civilizations´

Se dice que la Historia es la gran maestra de los pueblos. Pero también está muy difundida, en círculos intelectuales, la persuasión de que el hombre nunca aprende de ella, cayendo una y otra vez en la misma hoya de su propia falibilidad, en la fosa de su ser irresistiblemente ligero y tornadizo. Paulatinamente se está abriendo la convicción, de que la culpa por los desastres en la historia no la tienen principalmente los grandes sistemas, ni los gobernantes, sino los individuos, cuyo comportamiento moral personal proyecta sus consecuencias al grupo en el que viven, determinando opciones políticas. Y estas han sido, son y serán tanto mejores, según la calidad de la proyección del comportamiento moral personal.

Un ejemplo de la vida misma, que está ocurriendo en cualquier parte del mundo: Jeff, casado con hijos pequeños, en cierto momento comienza a tener aventuras adúlteras. Esto resquebraja sus principios morales, pasando tener una conciencia laxa. Como funcionario público, comienza a aceptar dinero a cambio de dar unas autorizaciones. Este mal ejemplo corrompe a su mujer, que al no querer separarse de su marido adúltero, se busca sus propias aventuras. Al final los hijos reciben el impacto del descuido, y en la pubertad, además de otros vicios, se dan a la droga… Ahora imaginemos que muchísimos en un pueblo tampoco buscan la superación de sus debilidades. El resultado es la amplia podredumbre moral que termina desvirtuando al gobierno político por estar compuesto, en parte, por personal de perfil moral bajísimo. Al final, aparecerá la corrupción administrativa, y luego el endeudamiento y la creciente dependencia del país de acreedores extranjeros que terminarán convirtiéndolos en títeres en sus juegos de influencia mundial.

La gran pregunta que plantea esta situación real es esta: ¿cómo lograr que los ciudadanos adquieran un perfil moral adecuado?, porque el Estado no tiene ni competencia ni capacidad para esto. Históricamente este gran servicio lo ha dado la Iglesia, que a través de los siglos ha logrado convertir al salvaje en un caballero, creando una vasta cultura de buen Arte, de valores y de patrones de comportamiento ético. Si este servicio llegase a sucumbir, sucumbirán igualmente los pueblos, volviendo a la barbarie, pero con bombas atómicas en las manos, en vez de lanzas y flechas.

Noticias Relacionadas: