Fitur, hora cero de la recuperación

Todavía no ha terminado pero ya podemos celebrar el hito que supone haber celebrado la 41ª edición de la feria internacional del turismo de Madrid. Una feria que, no lo olvidemos, es la segunda más importante del mundo en su ámbito y en un país que, en condiciones normales, está en el podium turístico internacional.

Para un país como el nuestro, en el que el turismo supuso, allá por los 60, el despertad económico de una nación convaleciente, en el que nos sirvió para compensar los peajes desindustrializadores a los que nos abocó Bruselas para dejarnos ser «europeos», esto es todo un símbolo, un gesto de recuperación al que tenemos que agarrarnos como sea.

Aunque las medidas extremas de seguridad con las que se ha garantizado el éxito sanitario de este Fitur  han rebajado el éxito popular de una cita que tradicionalmente ha sido multitudinaria, eso no ha impedido que, en lo profesional y en lo institucional, la feria haya cumplido sobradamente con las expectativas que ha depositado todo el mundo en ella, autoridades, empresas, trabajadores y hasta ciudadanos de a pie que desean volver cuanto antes a esa España de los 84 millones de turistas.

Con menos gente, con más sitio para evitar contagios, sin embargo, el vigor de nuestro sector estrella se ha podido comprobar en la intensidad de las agendas de los presentes, repletas de reuniones y networking. Tres días de emisiones en directo desde la feria nos han acercado una realidad fundamental, la de las ganas acumuladas por un sector que solo desea que le dejen trabajar, que le dejen generar riqueza y vender ese paraíso que es España. Parece que ahora, merced a unos políticos europeos inusualmente ágiles aprobando el certificado que acelerará los viajes y, sobre todo, a un sector sanitario que está a punto de vencer a la pandemia con investigación, vacunas y entrega, parece, digo, que este Fitur es la espoleta que va a hacer posible una explosión de actividad, riqueza y vuelta a la normalidad de la que depende nuestro futuro.