Juego peligroso

Amenazar con la guerra, aunque sea comercial, es un juego muy peligroso que puede tener graves consecuencias para la economía y estabilidad mundial. En una guerra comercial nunca hay ganadores. Todos pierden, aunque unos más que otros.

Analizando los hechos desde que Trump anunció la imposición de aranceles sobre el acero y el aluminio, ha sido mayor el ruido generado que las nueces. Frente a un arancel inicial indiscriminado, primero se declaró una exención para los dos socios del NAFTA: México y Canadá. Entre los dos representan un 32% de las importaciones de acero y aluminio.

Ahora EE.UU. estable una exención temporal en la aplicación de los mencionados aranceles a Corea del Sur, la Unión Europea, Brasil, Argentina, Australia. Mientras dura la exención temporal negociará con los distintos países. De momento el primer anuncio de imposición de ranceles sobre el acero y el aluminio se ha quedado reducido a un escaso porcentaje del total de dichas importaciones.

La exención aplicada a los principales proveedores de acero y aluminio y no a China, parece mostrar que el país asiático es el verdadero destinatario del conato de guerra comercial. Así, el anuncio de la imposición por parte de EE.UU. de nuevos aranceles sobre importaciones de otros productos chinos por importe de $50.000 millones es una muestra de ello.

De momento China sólo ha anunciado represalias imponiendo aranceles sobre productos estadounidenses que suponen apenas $3.000 millones. De momento, ninguno de los aranceles anunciados por las distintas partes son de aplicación. Queda margen para la negociación directa y en segundo lugar a través de la OMC (Organización Mundial del Comercio).

Esperemos que los anuncios de aranceles realizados hasta ahora acaben en meros ajustes y negociaciones entre las partes. En cualquier caso, mientras permanezca la incertidumbre sobre el alcance de la disputa comercial, la volatilidad de los mercados financieros se incrementará.