Lentitudes europeas

Lentitudes europeas

RODRIGO RATO
05 febrero, 2021
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Actualizado: 05 febrero, 2021 12:06
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Henry Kissinger se preguntaba hace más de 40 años “¿Cuál era el teléfono de la Unión Europea ?” para poder hacer acuerdos geopolíticos como los que él hacía con Rusia o China, con la petulancia que solo un judío alemán, profesor de Harvard, es capaz. Desde entonces la UE ha aumentado a 27 países, en el proceso de integración política voluntaria  de Estados soberanos  más importante de la historia, que ha dado lugar a la mayor zona  de la actual economía global, que representa el ejemplo de derechos individuales unidos a  más alta integración social. En 2020 la UE ha reaccionado de manera histórica ante la COVID 19, resuelto satisfactoriamente al Brexit y firmado un acuerdo comercial con China y Japón respectivamente. En 2019  estableció reglas para la defensa de la intimidad en las nuevas tecnologías que sentaron  un precedente para todo el mundo. Son desde luego motivos para sentirnos orgullosos de ser europeos, aunque sigamos sin tener un sólo jefe que conteste al teléfono.

Por su parte China y Estados Unidos crecerán más y crearán más empleo en 2020-21, su dominio de los avances tecnológicos es total, sus esfuerzos fiscales para superar la actual crisis son mucho mayores que los de la UE. La defensa europea depende de la fuerza y tecnologías militares de Estados Unidos, los mercados financieros europeos  son muy inferiores a los norteamericanos mientras China va avanzando en ese campo, pese a no tener ni un estado de derecho homologable ni una moneda convertible. Los europeos ahorran pero invierten en Asia y EEUU. En cierto sentido las importantes medidas económicas decididas en julio de 2020 son una respuesta para evitar los grandes errores cometidos por la UE en la crisis anterior, 2010-2014, pero se quedarán cortas en la actual. De momento no se harán realidad hasta al menos el verano de 2021 como respuesta a la mayor crisis social y económica desde la II Guerra Mundial, mientras EEUU habrá ya puesto en marcha estímulos fiscales por 5 billones de dólares  lo que le permitirá recuperar los niveles de renta  de 2019 a mediados de este año. China  por su parte crecerá según las estimaciones internacionales al mayor ritmo en 10 años en 2021 sin haber decrecido en 2020.

¿Va la UE bien? Viendo el asalto al Capitolio norteamericano del pasado enero la respuesta parece obvia. No se trata de dar al momentáneo fiasco de la obtención de vacunas contra la COVID 19 una importancia que no tiene, pero si de contemplar las respuestas europeas actuales no tanto  en comparación a lo hecho antes como en función de los que es necesario para el futuro. Una y otra vez se repite que “ Europa avanza en las crisis” lo que no es más que hacer  lo necesario para sobrevivir. Son  sin embargo las carencias actuales  las que marcaran una gran parte del futuro. China y EEUU no están carentes de ellas, la UE tampoco. Hoy hay consenso en que ellos dominaran el futuro tecnológico, financiero, militar y político. ¿Debe esto preocupar a la UE? ¿ Basta con convertirse en una reserva de la civilización?

Por varias razones la geopolítica va aumentando su dominio según el mundo de reglas universales para todos va quedando atrás. No es tanto EEUU como China los que defiende el poder del más fuerte, aunque no sabemos todavía si la excepción en la política norteamericana será Trump o Biden.  No olvidemos que EEUU ha defendido siempre la excepcionalidad de sus leyes y su extraterritorialidad.  No es extrañar que la UE sea firme defensora del multilateralismo, aunque con voces contrarias que lo perciben como un ataque a la integridad nacional. Reglas y sistemas de solución de conflictos multilaterales convienen a todos, como el propio Trump comprobó al intentar cerrar un acuerdo con China hace un año. Que el gigante asiático aceptase, en 2003 al entrar en la Organización Mundial de Comercio, el orden internacional no era tan mala idea, incluidas sus trampas.

No es fácil que la UE quiera y pueda ser un gigante militar. Pero su influencia económica, financiera y social le da mucho juego en la geopolítica mundial. El euro es la única alternativa al dólar como una moneda reserva con las máximas garantías, pero sin un mercado de capitales integrado su capacidad  actual de atraer ahorro mundial es reducida. La emisión de bonos europeos para financiar el presupuesto extraordinario contra la COVID 19 es un gran paso en esa dirección, pero que llega con más de 10 años de retraso. Si es el único  su importancia se reduce. La Unión Bancaria lleva otro tanto esperando la aprobación de un seguro colectivo de depósitos. La tecnología finitech y el blockchain están llegando antes, condenando al sector bancario europeo a la obsolescencia. Tecnológicamente la UE está retrasada sin una sola firma global, en parte por la carencia de un verdadero Mercado Único, objetivo que está  ya en su segundo decenio. Financiación y tecnología en gran escala definen ya una gran parte del presente, para empresas flexibles con mercados inmensos. La UE está retrasada en ambos ámbitos. En cierto sentido sabemos que  el mundo se dividirá  entre los países que dejen atrás las consecuencias de la COVID 19 y los que no. China y EEUU lo habrán hecho en 2021. La UE no lo habrá conseguido todavía. El estancamiento fue el verdadero gran problema de la crisis anterior. Es así de simple.

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