Si el verano nos parece que ha sido corto, ¡¡¡el otoño nos parecerá eterno!!!
Con los actuales datos en la evolución de la pandemia, con datos económicos que no cuadran, y sin las soluciones políticas que merece la gravedad de la situación, no puedo más que sufrir escalofríos; como los que provoca el frío y la húmeda niebla en invierno.
Nuestro abrigo, esos 140.000 millones de euros anunciados en transferencias directas y préstamos, representan una oportunidad para salir de la crisis y transformar el modelo productivo de la economía española, pero la partida aún no está ganada.
La Comisión Europea ha puesto sobre la mesa algunas recomendaciones respecto al funcionamiento del fondo y su utilización, y muestra un camino para recorrer en poco tiempo.
Los Gobiernos disponen de menos de un mes para enviar a Bruselas sus planes nacionales de recuperación, y así optar al desembolso de las ayudas a principios del año que viene. Eso, siendo optimistas.
Algunos países ya han hecho sus deberes y aprobado sus planes de inversión. Por ejemplo, Francia, que ya ha aprobado su programa de inversión, explica qué parte se financiará con ayudas europeas y cómo se articulará el programa con los presupuestos generales.
Cualquier demora en este plan de recuperación retrasaría el acceso a estos fondos tan necesarios, sobre todo porque la Comisión necesita al menos dos meses para examinar todas las peticiones que le lleguen antes de aprobarlas.
El plan debe contener e identificar las inversiones en economía digital y en transición ecológica; y evidenciar, en definitiva, la voluntad reformista de cada Gobierno y mostrar los cambios normativos sobre las recomendaciones enviadas por Bruselas, en especial las más recientes.
Entre estas últimas recomendaciones, la Comisión Europa encomienda a España mejorar los resultados en materia de empleo y adoptar medidas que pongan las cuentas públicas en una senda de equilibrio. Eso sí, cuando las condiciones económicas lo permitan.
Todo ello en un escenario donde los sectores de hostelería y restauración, transporte, actividades culturales y otros servicios están al borde de la quiebra.
Se necesita, por tanto, un diagnóstico muy preciso para identificar los negocios que tienen una probabilidad razonable de ser viables a medio plazo, que necesitan inyecciones de capital.
En Alemania, por ejemplo, ya se han ampliado las competencias de su agencia de garantías de crédito, la denominada como KfW; y Francia también se dispone a adoptar medidas.
¿Y España? ¿Dónde estamos? Pues aún no se sabe. Sólo la guerra política.
Esto es, la niebla en el horizonte.