Rearmar a Europa, Corea del Sur y Japón

Rearmar a Europa, Corea del Sur y Japón

01 junio, 2017
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Actualizado: 01 junio, 2017 22:08
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El refranero norteamericano tiene una frase «beware of what you wish for» (ten cuidado con lo que deseas), que ya Santa Teresa había dicho mejor en el siglo XVI. Pero en todo caso la posición política de la nueva administración Trump sobre la defensa de sus aliados exige desde luego tener cuidado, bastante cuidado. Es cierto que alrededor del 75% del gasto militar de la OTAN lo realiza EE.UU. pero no lo es menos que tiene bases militares en más de 70 países, de los menos de 200 que constituyen las Naciones Unidas. Tampoco es falso que la decidida intención de la política exterior norteamericana desde 1945 ha sido precisamente limitar el rearme de Europa y de Asia, para ciertamente evitar las condiciones que hicieron posible las dos guerras mundiales del siglo XX. Estamos pues hablando de palabras mayores, lo cual no es óbice para exigir el cumplimiento de los compromisos de la OTAN sobre gasto militar en relación al PIB.

Cruce de palabras entre Merkel y Trump

La cuestión es mas amplia: ¿se mantiene el compromiso de acudir a la defensa, incluso nuclear, de los socios, como explicita el articulo 5 del Tratado del Atlántico Norte, que esgrimió precisamente EE.UU cuando solicito y consiguió la colaboración de sus socios europeos en Afganistán en 2002?. Como recordaba hace unos días en la prensa internacional el diplomático de Singapore Kausikan, si Corea del Norte obtiene armas nucleares el camino en Asia no es el ya no creíble paraguas nuclear norteamericano sino la vuelta a la mutua amenaza de la guerra fría, pero con mas países.

En los últimos días hemos asistido a un cruce de palabras en la Canciller Merkel y el Presidente Trump como no habíamos visto, al menos desde la guerra de Irak entre Schroder y Bush. Una Canciller alemana afirmando que es hora de que la UE busque su propio camino es el sueño de Moscú y la pesadilla de los que creen que la historia siempre se repite. La critica de la nueva administración de Washington hacia Alemania ha sido patente desde el principio de 2017, basada más en cuestiones económicas (el valor del euro o las exportaciones alemanas) que en cuestiones políticas o de defensa. El tono de esta critica ha subido sorprendentemente en el primer viaje de Trump a Europa, al parecer a propósito de la preferencia que tienen los norteamericanos por los coches alemanes.

Desde luego cualquiera que contemple los coches parados ante un semáforo en Washington puede comprobar que esa preferencia existe y es clara. ¿Pero es esto causa para un desgarro entre dos aliados de casi 70 años como Alemania y EE.UU? La respuesta es no. El jefe de gabinete de Merkel, Peter Altmaier, ha descrito las declaraciones en la feria de la cerveza de Munich por parte de la Canciller como «que no van a pasar a la historia». Pero la confianza es más difícil de romper que de cimentar. La pregunta que asiáticos y europeos se deben hacer es si la mutua protección con Norteamérica es creíble, máxime con armas nucleares. En 1980 EE.UU desplegó sus misiles Pershing en suelo de Alemania Occidental en respuesta al despliegue similar en Europa del Este por parte de la URRS. No parece que eso sea posible hoy, la verdad sea dicha tanto por alemanes como por norteamericanos, salvo los rusos quienes si han desplegado armas nucleares en el enclave dentro de la UE de Kaliningrado. Aunque sería injusto no tener en cuenta el escudo antimisiles desplegado por la OTAN en Europa el año pasado, para proteger a Europa de un ataque nuclear.

¿Qué quiere Estados Unidos?

¿Estamos entrando una nueva fase de las relaciones de defensa, no tanto de bloques como bilateral, con el consiguiente rearme de muchos países? ¿Es eso lo que quiere EE.UU? La búsqueda de un mayor aporte de los europeos a la OTAN, en todo caso dirigida por los norteamericanos, es una cosa; otra cosa es la existencia de un pilar europeo mas autónomo y robusto de la Alianza; otra tercera el aumento del armamento bilateral, que seria dar la razón al General De Gaulle con 50 años de retraso. Sin duda los norteamericanos podrían decir que la UE tiene mayor gasto social porque no gasta en defensa, aunque EE.UU gasta por ejemplo mucho más que los europeos en sanidad, puede que de una manera menos eficiente y solidaria, como también tiene un gasto publico inferior en términos de PIB.

Otra vez estamos ante la creciente tendencia de engañarse con las balanzas económicas: Alemania está obsesionada con las balanzas fiscales dentro de la zona euro pero no quiere saber nada de las comerciales (en España tenemos ya una experiencia en este tipo de argumentos parciales para describir una relación económica entre territorios); Estados Unidos prefiere poner el acento en los desequilibrios comerciales sin querer aceptar el papel que el ahorro nacional tiene en estos deficts. Llevamos un tiempo en que los argumentos de suma cero se imponen sobre las ventajas de la integración, reduciendo las relaciones a ganadores o perdedores, deudores contra acreedores, mano de obra domestica versus inmigrantes. Son los países y las sociedades mas ricas las que recurren a esta argumentación, como lo hace Alemania una y otra vez en la zona euro y Estados Unidos lo ha empezado a argumentar en temas comerciales y de defensa con sus propios aliados.

No es la primera vez que EE.UU resalta, se queja, del gasto escaso militar de sus aliados europeos, no tanto asiáticos aunque allí lo que suceda con Corea del Norte sera un «game changer». Asia tiene otra gran potencia geopolítica en China, de unas dimensiones económicas, poblacionales y económicas mucho mayores que las de Rusia en Europa, un actor político y militar pero no económico. Los países asiáticos, sobre todo Japón la tercera economía del mundo, se apoyan en una relación bilateral con EE.UU que incluso la administración Trump no cuestiona. La UE y la OTAN no existen en Asia, los riesgos geopolíticos europeos (Rusia, terrorismo islamista) han sido hasta ahora tratados conjuntamente en la OTAN. Estados Unidos ha aportado pero también se ha beneficiado de un liderazgo indiscutido, si los europeos descubren que deben, tienen, pueden prescindir de ese arreglo todos saldrán perdiendo.

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