Rentabilidad olímpica

Los JJOO de Tokio serán recordados como los juegos de la pandemia. Las restricciones por culpa del coronavirus nos dejan una cita con gradas vacías de espectadores y una ciudad sin los visitantes internacionales que viajan CEA cuatro años para animar a sus deportistas.

Si organizar un evento de este tipo ya supone normalmente un riesgo a la hora de rentabilizarlo, más en este caso. Tokio dejará de recibir a los casi 2 millones de de personas que por ejemplo recibió Río de Janeiro en 2016. Los organizadores perderán millones de dólares en concepto de entradas. Y los patrocinadores han recortado notablemente su inversión prevista por esa falta de espectadores. Aún así los JJOO de Tokio costarán entorno a 15.000 millones de dólares incluyendo los 2.500 millones de sobrecoste por su aplazamiento el año pasado y las medidas sanitarias.

¿Es rentable organizar unos Juegos Olímpicos? Si la rentabilidad se mide desde el punto de vista de la imagen, sin duda, porque supone un escaparate a nivel mundial para la ciudad que los organiza. El beneficio a nivel turístico y promocional puede ser muy elevado. El mejor ejemplo es Barcelona donde la cita de 1992 supuso un antes y un después para la ciudad y su imagen en el exterior. Sin embargo el retorno no siempre es el esperado. En muchas ocasiones el dinero público invertido en infraestructuras y otra serie de gastos no llegan para pagar la factura. Es el caso de Atenas 2004 donde el coste fue de 16.000 millones y sus instalaciones están hoy en ruinas. Todos sabemos lo que vino después en Grecia.

De esta cita Tokio no va a obtener mucho más que visibilidad a nivel internacional. Un escaso botín para una ciudad de sobra conocida en el mundo que no necesita una campaña publicitaria de estas características. Por cierto que estos JJOO fueron los que le hubieran correspondido a Madrid. A la vista de lo acontecido hay que celebrar de la que nos hemos librado.