Semana laboral de cuatro días: ¿ocurrencia o algo inevitable?

Semana laboral de cuatro días: ¿ocurrencia o algo inevitable?

Rubén Gil
06 diciembre, 2020
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Actualizado: 06 diciembre, 2020 21:43
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Fue en 1919 cuando la jornada laboral de 8 horas se aprobó en España. Siete años después, en 1926, Henry Ford decidió rebajar los turnos de sus empleados a cinco días de trabajo y 40 horas semanales. Un siglo después seguimos con el mismo patrón pese a contar con más medios y la ayuda de la tecnología.

Ahora el Gobierno ha vuelto a abrir el debate sobre la posibilidad de reducir la semana laboral a cuatro días. Una opción que cada vez gana más adeptos en todo el mundo. Hasta la Organización Internacional del Trabajo (OIT) recomienda en uno de sus últimos informes “reducir las horas de trabajo para aumentar la productividad y mejorar la calidad de vida de los trabajadores”.

Hay ejemplos de sobra para analizar los pros y los contras de esta medida. Algunos tan extremos como el de Reino Unido cuando en los años 70 y en plena crisis del petróleo el Gobierno ordenó trabajar solo durante tres días a la semana para ahora energía. Estuvo en vigor tres meses y la producción sólo cayó un 6%.

Más reciente es el caso de Microsoft en Japón o de la española Softaware DELSOL, una pyme de Jaén que hace un año decidió aplicar una semana laboral de cuatro días manteniendo el sueldo de sus trabajadores. Lo mismo que el gigante Unilever quiere poner en práctica en su filial de Nueva Zelanda.

Trabajar un 80% y cobrar un 100%. Suena bien. ¿Pero se puede aplicar en un país como el nuestro con una dependencia tan alta del sector servicios y el turismo? Precisamente esa podría ser una de sus ventajas: tener un día más a la semana para el ocio y el tiempo libre podría repercutir favorablemente en el consumo de estos sectores. Además la medida actuaría como salario emocional favoreciendo la motivación de los empleados, y ayudaría a reducir la contaminación y supondría un ahorro de energía por los menores desplazamientos.

En contra, el temor de los empresarios a que trabajar un día menos perjudique a la productividad y el coste de mantener el mismo salario por menos horas trabajadas. Además habría que asumir que mientras tu empresa trabaja solo cuatro días la competencia lo hace cinco.

En definitiva, el debate está servido y es inevitable pensar que tarde o temprano la semana laboral más corta se irá incorporando a nuestro entorno, ya que cada vez más el trabajo se mide por resultados y no por tiempo.

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