Una ley de startups ambiciosa, primera piedra para un nuevo modelo económico

Una ley de startups ambiciosa, primera piedra para un nuevo modelo económico

Rafael Jiménez
10 julio, 2021
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Actualizado: 05 octubre, 2021 18:07
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Aunque sea con retraso, porque ya lo prometió es 2018, hay que alabar que el gobierno haya puesto en marcha la maquinaria para aprobar la, tan necesaria y tan reclamada, ley de startups. Lo destaca todo el sector. Mas allá de mejoras pendientes de ese anteproyecto, hacía falta una ley que reconociera la singularidad de la startup como modelo empresarial.

Dicho esto, el sector también es unánime a la hora de señalar que hay que cambiar muchas cosas en el proceso de audiencia pública que ahora se abre. Por ejemplo, la fiscalidad. Y es que lo tributario es uno de los ejes en los que se centra el proyecto, pero lo hace con poca ambición. Por ejemplo, reduce sociedades del 25 al 15% durante un máximo de cuatro años para las empresas emergentes, sí, pero, ¿cuántas startups dan beneficio en ese periodo? Es, de hecho, una medida de cara a la galería, sin efecto práctico.

Otro elemento clave, en este caso, relacionado con la inversión, tan necesaria, es el aumento de las deducciones del 30 al 40% y el aumento de la base máxima de 60.000 a 100.000 euros anuales. Suena bonito…, pero más para un particular que para una empresa. Si de algo adolece el ecosistema emprendedor, lo escucho cada jueves en Madrid Innova, si alguna carencia tiene nuestro ecosistema, digo, es la dificultad de encontrar inversión suficiente, en eso vamos muy por detrás de nuestros vecinos. Esos 100.000 euros suponen un ticket minúsculo, no van a mejorar el panorama para que nuestras startups encontrar apoyos sólidos y decididos.

Sin embargo, para mí, la pega principal de esta iniciativa, en su desarrollo actual, es de base. El texto es extremadamente restrictivo a la hora de definir qué compañías pueden ampararse en esta ley y sus beneficios. Tengo que reconocer que me parece una excelente noticia que sea Enisa la encargada de certificar que una startup es empresa innovadora. La Empresa Nacional de Innovación es una compañía pública que está detrás de multitud de iniciativas que mejoran el emprendimiento y la innovación de nuestro país, que es sostén de ecosistemas e innovadora en sí misma, y con gente tan brillante pilotando la nave como José Bayón, cuyo magisterio en este campo brilló hace unos cuantos jueves en Madrid Innova.

Lo que no me gusta tanto es el corsé que plantea el texto para definir la startup. Que las empresas tengan que tener menos de cinco años de actividad, que no pueda venir escindida de otra compañía o que facture menos de cinco millones de € anuales. ¿De verdad creemos que esto ayuda a nuestro ecosistema emprendedor? Por un lado aspiramos a tener unicornios y por otro les decimos que si quieren apoyos y ventajas fiscales tienen que ser muy pequeños, tanto que no podrán aspirar a nada serio, a nada grande. Wallapop o Jobandtalent, dos candidatas españolas a unicornio, por ejemplo, no entrarían en esa definición. Es todo un sinsentido cuando organizaciones como Endeavor, presente en 38 mercados de 5 continentes, te cuentan que apoyar en las fases semilla está muy bien pero que el salto real, el que marca la diferencia, se hace algo después, y por eso apuestan por el scaleup. Estamos configurando el futuro, intentando reinventar el modelo productivo español, ¿por qué no hacemos las cosas bien del todo y escuchamos a los protagonistas del sector? Si me permiten que adapte a Plutarco, para saber legislar hay que saber escuchar. Hagamos caso a los clásicos, nos irá mucho mejor.

 

 

 

 

 

 

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