Suenan tambores de inflación
Con los precios de las materias primas disparados, los crecientes costes de transporte de mercancías y la escasez de semiconductores afectando a las fábricas del mundo, las advertencias de las presiones inflacionistas del lado de la oferta comienzan a hacerse realidad.
Al mismo tiempo, los estímulos fiscales y monetarios sin precedentes están comenzando a surtir efecto a medida que se levantan las restricciones pandémicas y se reabren las economías desarrolladas, y todo ello también impulsa la demanda.
La pregunta del millón para los bancos centrales y, por lo tanto, para los mercados financieros es: ¿Será este aumento de precios coyuntural o se convertirá en algo más duradero que encienda las alarmas de inflación?
Los inversores están nerviosos, pero por ahora los responsables de las políticas monetarias como el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, descartan la amenaza, aunque reconocen que puede haber un repunte de los precios temporal. No hay que olvidar que el virus sigue al acecho y los mercados laborales aún tienen un amplio margen de mejora.
Pero la predecesora de Powell se encargó esta semana de evidenciar la sensibilidad de los mercados y lo prudentes que deben ser los responsables políticos al calibrar sus mensajes sobre este tema. La secretaria del Tesoro norteamericano, Janet Yellen, provocaba una fuerte sacudida en las bolsas cuando hizo el comentario aparentemente inofensivo de que «puede ser que los tipos de interés tengan que subir un poco para evitar que la economía se sobrecaliente». Más tarde tuvo que aclarar que «no es algo que esté previendo o recomendando».
Sin embargo, en algunos sectores de la economía mundial, el debate ya no es teórico. Un número creciente de empresas orientadas al consumidor, como Nestlé y Colgate-Palmolive, advierten que la escasez de suministros y los atascos logísticos les obligarán a subir los precios. Según la última encuesta de Bank of America a gestores de fondos globales, la potencial subida de la inflación y la consiguiente respuesta de los bancos centrales copan sus principales preocupaciones.