Pandemia y polarización global

La crispación política avivada por las redes sociales se ha ido acumulando en los últimos tiempos no sólo en España sino en otras partes del mundo. Y la pandemia no ha hecho más que agravar los rencores, ya que destruye la relativa certeza que la gente tiene de su lugar en el planeta que compartimos.

Se puede ver en las calles de Lagos, la ciudad más poblada de África, donde las manifestaciones pacíficas contra la brutalidad policial han desatado la violencia. También podemos fijarnos en Tailandia que, al igual que Nigeria, ha experimentado grandes convulsiones sociales a lo largo de su historia. Las protestas estudiantiles ahora exigen un cambio político radical e incluso se atreven a criticar a la monarquía, el pilar que mantiene el sistema en el país asiático.

A medida que la Covid-19 golpea con más fuerza a los ancianos y a las personas más vulnerables, las divisiones raciales y regionales se amplifican. Al igual que ha ocurrido en España con el enfrentamiento político entre el gobierno regional de Madrid y el ejecutivo central para controlar la propagación del virus, en Reino Unido, las restricciones impuestas por el primer ministro británico, Boris Johnson, han tensionado las relaciones con los líderes locales en el norte de Inglaterra, quienes argumentan que las medidas aumentarán la pobreza y la falta de vivienda.

En Estados Unidos, Donald Trump asegura que están doblegando al virus, pero las cifras demuestran que los contagios se están disparando y los estadounidenses afroamericanos se ven especialmente afectados. La respuesta de ley y orden de Trump a las protestas de este año contra la brutalidad policial ha avivado las tensiones raciales. A medida que nos dirigimos hacia 2021 con la pandemia aún acechándonos, la confianza en que los gobiernos tienen respuestas a problemas clave como el cambio climático y la creciente desigualdad se está evaporando.