¿Vamos o venimos?

Todos mirando como bobos a los bonos, temblando como flanes y la que nos ha vuelto a comer la tostada son el virus y la pandemia. Porca miseria, que dicen los italianos. No es que uno piense todos los días en cómo hacerse millonario en este mundillo de la bolsa, porque más que un sueño es una quimera pero hombre por lo menos a ver si podemos sacarnos unos eurillos para que nos nos falte una buena paella y un buen rape este verano o ya puestos para empezar a pagar alguna de las paralelas que han llegado al buzón con el membrete de la agencia tributaria.

Luego está la obligación, se quiera o no se quiera de sacar nuestra vena más ganadora porque invertir para perder o para pasar el rato está bien para una o dos veces, más no. Nos enfrentamos a la penúltima semana de marzo y el juego se ha enrevesado hasta tal punto que el dinero que había empezado a llegar de EE.UU a Europa está haciendo el camino de vuelta y que las acciones más defensivas han vuelto a reaparecer por arte de birlibirloque.

Se ve que el Ibex también tiene muchas ganas de subir pero pocos alicientes para hacerlo. No es que de repente nos hayamos cambiado de bando; pasado del optimismo al pesimismo, tampoco está en nuestro ánimo chafarle la fiesta a nadie, ni hacerle el caldo gordo a los bajistas. Pero igual que siempre hay que llevar un poco de calma al ánimo de los inversores cuando crujen las estructuras o nos amenazan con dejarnos castigados en casa sin salir y sin viajar, conviene poner un poco de templanza cuando se calienta la boca y tres, cinco o 1o vacunas nos invitan a pensar que este verano vamos a poder tiran la casa por la ventana. Los mercados se enfrentan a poderosos enemigos; la pandemia, y la inflación y no se acaba con ellos con palabras bonitas y dos golpes de efecto.