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La inversión sostenible no es una moda

La inversión sostenible no es una moda

17 marzo, 2021
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Actualizado: 17 marzo, 2021 13:14
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Hace unos días la UE daba un paso más hacia el medioambiente y la cohesión social con la entrada en vigor del Plan de Acción por unas finanzas sostenibles, un reglamento que persigue homegeneizar y distinguir qué es inversión sostenible o qué no es inversión socialmente responsable. Para hablar de cómo esta tranformando esta ‘ola verde’ la industria de la gestión de activos hoy han participado en Capital Intereconomía Ana María Vicente García, senior client relantionship manager de Candriam, Miguel Antonio Benítez, head of fund of funds de Bankia AM y Belén Vila Martínez, gestora de productos especializados en banca privada Santander España análisis de fondos de inversión y asesoramiento

El avance de las inversiones sostenibles ha sido meteórico hasta el punto de que las empresas ya no buscan obtener rentabilidad sino también dejar huella en el planeta. El objetivo final de la norma de la Comisión Europea es impulsar la inversión sostenible, pero también dar una ventaja a las firmas que gestionan y comercializan productos sostenibles de forma genuina. Criterios que desvelan gestoras como Candriam y que están basados en el factor ambiental, el factor social y la gobernanza; los conocidos como ESG. “No está reñida la rentabilidad financiera con incluir criterios ESG” afirma Belén Vila quien destaca que Europa le saca una gran ventaja a EEUU en este aspecto. Una postura que comparte Miguel Antonio Benítez, quien recuerda que el primer bono verde fue emitido en 2007 por el Banco Europeo de Inversiones(BEI) y España también es muy activa en la emisión de bonos verdes: “La ESG no es moda”. Por su parte, Ana María Vicente destaca el interés creciente por las inversiones sostenibles: “Ha cambiado la concienciación. La industria de fondos valora si una empresa hace daño al medioambiente o está en transición hacia las energías limpias”.
Un nuevo impulso para que los inversores en activos europeos puedan distinguir con más claridad el nivel de implicación de las empresas con los criterios ESG y el grado de sostenibilidad de las compañías en las que invierten.

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