Sara Anguera. La industria del automóvil se encuentra atravesando uno de los momentos más complicados hasta la fecha debido a las crecientes tensiones en el mercado de este sector. En cuestión de semanas, marcas históricas como Volvo, Bridgestone o Nissan han anunciado recortes de plantilla que, en su conjunto, afectarán a más de 23.000 trabajadores en todo el mundo.
Para entender el motivo de cada uno de estos recortes de las plantillas de las empresas del sector del automóvil hay que analizar cada uno de los casos y lo que les ha llevado a esta situación.
Volvo despide al 15% de su plantilla: la presión china se cobra una nueva víctima en el sector del automóvil
El fabricante sueco Volvo Cars, controlado por el grupo chino Geely, anunció el despido de unos 3.000 trabajadores, principalmente en Suecia. El recorte equivale al 15% de su plantilla de oficina y forma parte de un plan para reducir costes en 1.660 millones de euros, en medio de lo que la empresa califica como “riesgos considerables” en la industria.
La decisión llega en un contexto marcado por la irrupción masiva de vehículos eléctricos de bajo coste procedentes de China, que están conquistando cuota de mercado en Europa gracias a su menor precio y a los avances tecnológicos. La política medioambiental de la Unión Europea, que empuja a los consumidores hacia el coche eléctrico para poder circular en zonas urbanas restringidas, también ha acelerado la transición… y la inestabilidad.
Pese a que Volvo incrementó sus ventas en 2024 en un 8 % y logró beneficios netos de 1.399 millones de euros, la empresa opta por reforzar su rentabilidad estructural. Uno de cada cuatro vehículos vendidos por la marca ya es 100 % eléctrico.
Bridgestone: 420 salidas pactadas tras semanas de huelgas
En España, Bridgestone ha cerrado un acuerdo con los sindicatos CCOO, UGT y BUB que contempla la salida de 420 trabajadores entre las plantas de Basauri (Bizkaia) y Puente San Miguel (Cantabria). El proceso, que incluye prejubilaciones y bajas incentivadas, ha contado con un amplio respaldo de la plantilla, que lo aprobó en referéndum.
Aunque el acuerdo rebajó las cifras inicialmente previstas (546 salidas), refleja la dificultad de mantener la actividad en un contexto de transformación radical del mercado y la necesidad de adaptar capacidades. La empresa ha prometido más carga de trabajo y ampliación de productos en ambas fábricas, así como un compromiso de dos años sin despidos colectivos adicionales.
Nissan anuncia 20.000 despidos globales hasta 2027: restructuración sin precedentes
El gigante japonés Nissan Motor ha sido aún más drástico. La marca ha confirmado el despido de 20.000 trabajadores a nivel mundial en el marco de su plan de reestructuración, tras registrar unas pérdidas netas de 4.040 millones de euros en su último ejercicio fiscal.
El desplome del resultado operativo, del 87,7 %, y el impacto previsto de los nuevos aranceles en EE. UU. han obligado a Nissan a endurecer las medidas anunciadas en 2024. Su objetivo es recortar el número de plantas de fabricación de 17 a 10 y reducir un 30 % su volumen de producción mundial (excepto en China). También se cancelan inversiones clave, como la fábrica de baterías en Japón.
“El año fiscal 2024 ha sido un gran desafío para nosotros, y prevemos que lo será también 2025”, declaró el director financiero de la empresa, Jeremie Papin, mientras que el CEO Iván Espinosa aseguró que la empresa necesita una reestructuración “más ambiciosa” para garantizar su viabilidad.
El papel de China y la legislación europea en el sector del automóvil: ¿estamos asistiendo a una desindustrialización programada?
Las causas de esta crisis no son exclusivamente internas. Por un lado, la invasión de vehículos chinos eléctricos a precios muy competitivos está desafiando el modelo de negocio de las marcas tradicionales europeas y japonesas. Fabricantes como BYD, MG o NIO están aprovechando los márgenes que les permiten sus bajos costes de producción y el control estatal en su país de origen.
Por otro lado, la legislación medioambiental de la UE, que incluye restricciones de acceso a vehículos de combustión en zonas urbanas y objetivos estrictos de emisiones, obliga a acelerar la electrificación de flotas, una transición costosa y con una demanda aún inmadura.
El resultado: plantas que cierran, empleos que desaparecen y una Europa que, según muchos expertos, corre el riesgo de perder su soberanía industrial en uno de los sectores clave de su economía.
¿Hacia dónde va la industria?
La automoción se enfrenta a una encrucijada. Adaptarse a los nuevos retos tecnológicos, económicos y regulatorios es indispensable. Pero el precio que se está pagando es alto, especialmente para miles de trabajadores en Suecia, España o Japón que han perdido, o perderán, sus empleos.
Mientras tanto, los consumidores también sienten el impacto: vehículos más caros, incertidumbre sobre las normativas futuras y una oferta que cambia rápidamente. En este tablero global, la batalla por el futuro del automóvil no ha hecho más que comenzar.