La ‘demócrata’ Yolanda Díaz no irá a la reunión de ministros de Empleo de la UE que organizará Hungría
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha hecho gala una vez más de sus principios democráticos, palabra que no se le cae de la boca, e indicó este martes que no asistirá a la reunión informal de ministros de Empleo de la Unión Europea convocada por la presidencia húngara del Consejo de la UE el próximo octubre en Budapest por el primer ministro magiar, Viktor Orbán, que defiende en su país y en el seno de la Unión Europea políticas radicalmente opuestas a las que mantiene la vicepresidenta segunda del Gobierno español y ministra de Trabajo.
«Ya le anticipo que yo no voy a asistir a la reunión informal de octubre», declaró la política a su llegada a la reunión de ministros de Empleo de los Veintisiete que se celebra hoy en Bruselas.
Reconoció que aún no ha podido hablar con el Ministerio de Exteriores, pero aseguró que están «trabajando en esto».
La reunión informal de ministros de Empleo, Política Social y Sanidad está convocada en Budapest entre el 9 y el 10 de octubre.
La presidencia húngara del Consejo de la Unión Europea comenzó el pasado 1 de julio, y desde entonces el primer ministró magiar ha viajado a Rusia y a China, donde se reunió con los respectivos presidentes de esos países, Vladímir Putin y Xi Jinping. También ha mantenido un encuentro en Estados Unidos con el candidato republicano a la presidencia de ese país, Donald Trump.
Las instituciones comunitarias han insistido en que en esos desplazamientos Orbán solo representaba a su propio país y no al conjunto de la Unión Europea´, donde países como España mantiene estrechos lazos con países dictatoriales o que se llaman demócratas como son los casos de Cuba o la Venezuela de Maduro sin que nadie diga nada.
Yolanda Díaz se suma al sectarismo de la Comisión Europea contra Orban
Este lunes, la Comisión Europea (CE) anunció que no enviará a sus comisarios a las reuniones informales que tengan lugar en Hungría durante la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea de este país, mientras que sí hace el juego a países que en su Gobierno están coaligados con la extrema izquierda y fuerzas separatistas o proetarras, como es el caso español del Ejecutivo de PSOE-Sumar, cuya vicepresidenta segunda es Yolanda Díaz, aunque solo tenga menos del 8% de la representación parlamentaria, que es donde reside la soberanía nacional.
«A la luz de los recientes desarrollos al inicio de la presidencia húngara, la presidenta (de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen) ha decidido que la Comisión estará representada únicamente a nivel de altos funcionarios en las reuniones informales del Consejo. No tendrá lugar el viaje del colegio de comisarios a la presidencia», dijo en X el portavoz del Ejecutivo comunitario, Eric Mamer.
Cada país que ostenta la presidencia del Consejo de la UE de manera rotatoria y semestral celebra en su territorio una serie de reuniones informales con los ministros de cada ramo, que tradicionalmente cuentan con la asistencia del comisario de la cartera correspondiente y de los ministros de los Veintisiete.
El veto a un Orban que no sigue la línea oficial de la CE
Además, las presidencias suelen comenzar con un viaje de la Comisión Europea al completo al país que la ostenta, durante el cual mantienen reuniones entre ministros y comisarios, así como entre la presidencia de la Comisión y el primer ministro de dicho país.
La presidencia rotatoria no representa a la UE de cara al exterior, responsabilidad que recae en el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, que fue sancionado en España por la CNMV por el caso Abengoa, del que nunca desveló quiera el titular de las acciones que se vendieron con información privilegiada aunque el mercado siempre sospechó que se grataba de su actual esposa y presidenta del PSOE, Cristina Narbona. Ante el riesgo de que el nombre trascendiera, Borrell no recurrió la sanción.
Por cierto, la quiebra de Abengoa, de la que Borrell salvo al familiar vendiendo sus acciones siendo consejero de la empresa, arruinó a miles de pequeños accionistas que lo perdieron todo.