El riesgo de un ‘crash’ en las Bolsas es casi permanente

El riesgo de un ‘crash’ en las Bolsas es casi permanente

11 enero, 2016
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Actualizado: 11 enero, 2016 0:00
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China no es la causa del desplome bursátil del inicio del año. Así lo ha asegurado Juan Carlos Ureta, presidente de Renta 4, en un análisis en el que alerta de un «crash» bursátil. El riesgo principal del mercado es la fragilidad del mismo, más cuando la intervención de los bancos centrales no ha conseguido incrementar el crecimiento de la economía. «El riesgo de un «crash» es casi permanente», ha afirmado el experto.

Ureta ve «un gran error pensar que lo sucedido estos días está esencialmente provocado por China». En este sentido expone la última sesión bursátil de la semana pasada, cuando las Bolsas chinas subieron cerca de un 2%, mientras que Europa caía con fuerza pese al espectacular dato de paro en EE UU. «Un elemento más para pensar que no se trata sólo de China, sino que China es el símbolo de algo más grande. Algo que se ha incubado de forma progresiva a partir del «whatever it takes» de verano de 2012, y que finalmente ha producido un gigantesco desacoplamiento entre el precio de los activos y sus fundamentales de valor».

En este sentido, ha argumentado que «el éxito de los Bancos Centrales en controlar la volatilidad de los mercados a través de políticas muy explícitas de represión financiera ha tenido como efecto lateral la toma creciente de riesgos por los inversores». «No deja de ser una ironía que sea China, cuyo Gobierno controla más que ningún otro los mercados, el país en el que dicho control se empieza a mostrar inútil, ineficaz. Todo un símbolo para los demás», prosigue el experto y uno de los asesores a los que recurren las grandes fortunas. Además, ha señalado que «China se ha convertido en el ejemplo de cómo intentar controlar los mercados puede ser un juego peligroso para los Gobiernos y los Bancos Centrales».

Al respecto, recuerda la opinión de George Soros, quien ha afirmado que la situación actual del mercado recuerda a la caída de Lehman Brothers. Así, ha apuntado que las valoraciones del mercado se basan más en «elementos monetarios-financieros que en elementos de productividad y rendimiento intrínseco de los activos». «Un modelo monetario y no de fundamentales», ha destacado.

«La idea detrás de los tipos cero y de las inyecciones de liquidez era, y sigue siendo, que al final esas medidas generan crecimiento y el crecimiento permite pagar la deuda. El problema es que se está empezando a confirmar que no es así, que el crecimiento es moderado y los niveles de deuda han crecido muchísimo, fomentados por la abundante liquidez y los tipos cero. Y eso lleva a problemas de pago de la deuda, que hoy se ven todavía solo en casos particulares como Grecia, Abengoa, o algunos bonos «high yield», pero que pueden generalizarse. En esto también China, igual que la crisis del petróleo y de las materias primas, han sido la señal del problema, pero no la causa última», ha asegurado. En resumen, afirma que este 2016 será «muy volátil en los mercados».

«¿Cómo va a ser el proceso de ajuste? -se pregunta-, al tiempo que plantea un escenario: La «posibilidad es un ajuste súbito, tipo «crash», pero apostaríamos más por oleadas sucesivas de ajuste, bajo la atenta mirada y supervisión de los Bancos Centrales». Esta situación conlleva riesgos para los Bancos Centrales: «Se puede disolver en poco tiempo, como un azucarillo, todo el edificio que han venido construyendo desde 2011».

El problema de las caídas de los mercados es que son procesos que se auto alimentan y que además interactúan con la economía real, creando un doble efecto de «retroalimentación». China nos sirve de nuevo como ejemplo: si cae la Bolsa se genera desconfianza y las familias consumen menos (compran menos coches, por ejemplo) y entonces el modelo de transformación de la economía no funciona. A nivel global pasa lo mismo, estamos en el punto en el que si los mercados no se estabilizan va a generarse una gran desconfianza, y esa desconfianza va a matar la incipiente recuperación de la demanda global. Es un efecto «bola de nieve» muy peligroso. Así, cree que  que va a haber un esfuerzo máximo en parar la espiral bajista y que los Bancos Centrales tienen mucha munición para conseguirlo.

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