¿Prestigio o dinero? ¿Qué diría Coubertin?
Si tenemos en cuenta lo poco que le gustaba el deporte profesional al Barón, parece que la respuesta es obvia y que el bueno de Pierre se alinearía con las autoridades del COI y de Japón y apostaría, como finalmente se ha hecho, por unos Juegos Olímpicos siempre hacia adelante, a pesar de la pandemia, del año de retraso y de la falta de público.
Después de mucha duda, hemos asistido este viernes a una ceremonia de inauguración un tanto deslucida, con limitación de aforo para los deportistas y un estadio muy desangelado. Eso sí, esta cita olímpica llega con varios récord, 33 deportes y cerca de 11.000 atletas que lucharán por la gloria de esas más de 300 medallas doradas o, al menos por una plata, un bronce o un diploma olímpico.
Es un hecho que esta cita sigue teniendo un carácter global y que, por tanto, es un buen escaparate. Pero empiezan a surgir dudas sobre la rentabilidad de las cantidades millonarias que hacen falta para vincular tu marca a este gran evento. Muchas grandes compañías se lo han pensado y no han puesto el dinero que se esperaba en patrocinios. Lo que está claro es que, si estos juegos están saliendo adelante en plena pandemia y con todos los obstáculos y las restricciones, cuando este cisne negro haya volado hacia otros lares, no habrá quién cuestione este gran negocio deportivo.
Aquí la heroica hay que apuntársela al gobierno japonés. Se han encontrado con un gran evento que ha marcado un récord, triplicando su coste en una coyuntura en la que los ingresos son menores. Solo el retraso de un año ya supuso un extra de 2.800 millones de dólares y la pérdida de la recaudación por entradas, al menos otros ochocientos. Y no solo eso, se esperaba la llegada de unas 600.000 personas que tendrían que alojarse y que consumir durante los juegos, dejándose así cantidades milmillonarias que ya nunca llegarán al país del sol naciente.
Los que disfrutamos del deporte, los que esperamos con ganas esta cita cada cuatro años , en este caso cinco, solo podemos sentirnos agradecidos ante una sociedad que, en la vanguardia tecnológica, ha construido sus avances a partir de unos principios sólidamente arraigados y, por tanto, solo podemos agradecer que, para el pueblo nipón, el «Meiyo» siga siendo importante.