Lo que el Brexit se llevó

De todos es sabido que el Brexit es una de las peores noticias para la Unión Europea en toda su historia. La primera salida de un miembro del club comunitario, calificada en el mejor de los casos como “triste” por las autoridades comunitarias, abre una infinidad de incógnitas a punto de comenzar la parte más difícil de la negociación: la relación futura entre ambas partes.

Pero ya de primeras, la salida del Reino Unido de la Unión -a pesar de que nunca fue un socio fácil- ha puesto sobre la mesa lo peor de los 27 en la primera cumbre que se celebra sin los británicos. Aquella en la que se debería haber cerrado el presupuesto comunitario plurianual. Lejos de alcanzarse un acuerdo, el Consejo Europeo ha servido para poner de manifiesto que la ausencia del dinero de Londres pesa ahora más que nunca. Nada menos que 75.000 millones de razones, tantas como euros dejan de aportar los británicos.

Una Cumbre fallida entre los que quieren recortar gasto como el Consejo y la Comisión, Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca y los que como España queremos que se mantenga un presupuesto en el que, además de todo, nos jugamos las ayudas al ya más que denostado campo español, que estos días se manifiesta por precios justos en origen.

Con la Política Agraria Común y sus dotaciones en el aire, en algunas semanas veremos un nuevo Consejo a cara de perro en el que nadie quiere aumentar sus aportaciones ni tampoco nadie recortarlas. Pero alguien tendrá que claudicar y la imagen dada por el encuentro a 27 nos dice que las cosas serán más difíciles de lo que esperábamos a partir de ahora.