Recuperación sin dinero

Recuperación sin dinero

RODRIGO RATO
09 abril, 2021
|
Actualizado: 09 abril, 2021 9:41
|
PUBLICIDAD

Los datos recientemente conocidos del nivel de déficit público español en 2020 alcanzan el 10% de nuestra renta nacional, siendo coincidentes con las cifras conocidas del aumento de deuda pública en el mismo año. En términos históricos ambos se sitúan en récords en época de paz, lo que también le sucede a otros muchos países desarrollados. La esperanza era que 2020 fuera un año único, marcado por la pandemia, pero todo apunta al que al menos en la Unión Europea las cosas seguirán igual hasta mediados de este año, con repetidos cierres y confinamientos en muchos países europeos, incluyendo la mayoría de las Comunidades Autónomas españolas, con la excepción de Madrid. La Ministra de Hacienda resaltaba que esta cifra de déficit público era
menor que la inicialmente prevista, debido a un mejor comportamiento de los ingresos tributarios, al parecer ligado al hecho que los ingresos salariales a través de los llamados Ertes han permitido sostener la recaudación. Estos días conocíamos las previsiones para 2021 de la Agencia tributaría con un aumento del 5% en la recaudación del Impuesto sobre la Renta, que se contrapone con la caída experimentada por el conjunto de los salarios y el aumento del desempleo. Habrá que esperar a las cifras reales, que serán conocidas en el año 2022.

La pregunta clave es ¿cuál será el nivel de crecimiento económico español una vez recuperada la normalidad? Una parte de la apuesta gubernamental está ligada a los prometidos fondos europeos, detenidos de momento por la intervención del Tribunal Constitucional Alemán, en lo que debería solo ser un retraso. Una vez más es necesario reiterar lo imprescindible que supone acompañar a este máximo de 140.000 M €, durante al menos 3 años, con inversión nacional. Esta tendrá que ser en su mayor parte privada, doméstica o extranjera. Hasta ahora, en 2019 antes de la pandemia, ambas sumaron 8.500 M €, una cifra récord pero escasa, representando sensiblemente menos del 10% del PIB. Además una parte relevante de la extranjera se refería a compra de empresas, no a nuevas inversiones. Tampoco debemos olvidar que esta tradicional división entre inversores va perdiendo su sentido en una economía con total libertad movimientos de capitales, como la española, que además es un país euro, la segunda moneda mundial, lo que permite a los españoles actuar en los mercados mundiales con total transparencia y facilidad.

La siguiente pregunta clave debería ser como hacer a nuestra economía más atractiva a la inversión. A su favor tiene nuestra pertenencia al primer bloque económico del mundo, la Unión Europea, donde somos 27 países, y al euro, 19 países. Socios pero competidores para atraer la confianza de los inversores. Poco se puede insistir en la urgente necesidad de crear un mercado de capitales integrado.

Industrias donde España es destacada a nivel mundial como el turismo o los componentes de automóviles atraen inversión. El reciente compromiso de Renault sobre su futura presencia en España indican que sabemos y podemos atraer inversión internacional en sectores altamente avanzados pero también sindicalizados. El turismo por su parte es un viejo conocido con el que nos ha ido muy bien, España es líder mundial lo que no nos sucede en otras áreas. Por desgracia este es uno de los sectores más castigados por la Covid con una caída del 80% de la entrada de turistas, lo que inevitablemente está produciendo una descapitalización. Aquí las nuevas normas regulatorias internacionales han endurecido las condiciones para los préstamos bancarios, a fin de evitar riesgos de rescates públicos a los bancos, lo que abre dos caminos para la recapitalización del sector turístico español: ayudas públicas o capital privado. Las primeras dependerán de la Unión Europea en su vuelta a las normas de control presupuestario, las segundas del atractivo de beneficios en comparación con otros destinos. Parecería lógico que un sector que representa la mayor industria nacional, con fuerte creación de empleo y muy repartido geográficamente atrajese la máxima atención política. Sorprendentemente no es así, incluso se oyen voces oficiales que plantean la hora de su substitución como no por nuevas actividades ligadas al cambio climático. Un exponente máximo del debate irreal con la utilización de eslóganes de moda, para encubrir el vacío

La realidad es que si España no puede atraer capital privado para actividades que se han demostrado rentables durante décadas, sin duda con las transformaciones tecnológicas necesarias, nuestro potencial de crecimiento no recuperara los niveles de 2019 en varios años, lo que es equivalente a los de empleo y prosperidad. No hay precedente en el mundo de economías que dejen de ser atractivas en sus actividades principales para pasar a serlo de inmediato en otras nuevas y hasta ahora inexistentes. La excelente noticia de la confianza de la multinacional francesa Renault ofrece un ejemplo español a seguir, en relaciones laborales, tecnología, regulaciones de todo tipo y del funcionamiento administrativo. ¿Por qué el debate político ignora la urgencia de la situación presente? Lo que no puede estar muy lejos de la fragmentación creciente del voto. Una búsqueda incesante por parte de los votantes de planteamientos acordes con lo que perciben.
«A las cosas!!», pedía Ortega hace casi 100 años. No puede ser más actual. Será en las cosas donde los inversores fijaran su atención para devolvernos la prosperidad perdida, Sin ellos hemos entrado en un deslizamiento hacia atrás.

Noticias Relacionadas: